Tras haber sido una de las revelaciones del curso pasado, Apple TV+ ha estrenado recientemente la segunda temporada de Slow Horses, basada en las novelas de la serie Slough House de Mick Herron. Bendecida por la crítica, ya ha renovado para una tercera y cuarta tanda de episodios, de manera que tiene números para convertirse en serie emblema de la plataforma, después de la muy errática segunda temporada de The Morning Show. Adaptada para televisión por Morwenna Banks –la voz de la madre de Peppa Pig(!)– y Will Smith –no el de las bofetadas, sino el cómico británico, también novelista y guionista de Veep– la serie se centra en estos nuevos capítulos en la muerte de un agente retirado y la sospecha que la Guerra Fría quizás no acabó de desactivarse nunca.

A pesar de ser una de las profesiones más desconocidas, por su propia naturaleza, la de espía es una ocupación que ha generado fascinación en múltiples generaciones de lectores y espectadores. Y, precisamente por el enigma que la rodea, se trata de una ocupación que alimenta la fantasía de una vida trepidante –lejos de la monotonía de los trabajos de oficina– salpimentada de encuentros sexuales exóticos y fabulosos. Cuando después lees en qué consiste de verdad el espionaje, más allá del mito perpetrado por los libros, las películas y las series, te das cuenta de que en su menú diario el tedio y la espera son dos platos bastante más frecuentes que el de los affaires tórridos y las explosiones.

Slow Horses consigue retratar ambas caras de la moneda. Por un lado, es una serie de espías al uso, con una misión trepidante de aquellas que se enmaraña más y más en cada episodio, hasta que se instala el desasosiego de entender que las ramificaciones corruptas llegan a los resortes más opacos del poder, especialmente a aquellos que puerilmente la sociedad considera ‘los buenos’. Pero también captura el reverso de todo, gracias a centrarse en una unidad marginada dentro de los servicios secretos británicos: los llamados slow horses, o caballos lentos. El apelativo se refiere a los agentes que la han pifiado en algún encargo y, como no pueden volver alegremente a la vida civil por la información a la que han tenido acceso, son enviados a un edificio de mala muerte –con el mote de La casa de la ciénaga– donde se les intenta matar de aburrimiento para que acaben mimetizándose con el mobiliario, tras comprender que nunca recibirán ninguna nueva asignación.

El rey de este pantano laboral es Jackson Lamb, interpretado magistralmente por un Gary Oldman muy capaz de convertir en entrañable un personaje que, sobre el papel, tendría que provocar náuseas. Este desecho humano maltrata verbalmente a sus subordinados, es sucio y desaliñado, bebe hasta quedarse dormido en el escritorio… pero a pesar del ademán insoportable e inapetente, respeta un principio de honor básico: defender a los suyos, aunque sea a su muy particular manera. Además, se trata aún de un agente experto en los métodos de la vieja escuela y disfruta dejando en evidencia a los tecnólogos y maestros de los powerpoints que pululan, bien repeinados, por las lujosas oficinas centrales.

‘Slow Horses 2’. Apple TV+.

En estas dependencias de despachos muy amueblados vive su antagonista, Diana Taverner, alto cargo del MI-5 con quién Lamb tiene una relación eléctrica: los dos odian absolutamente lo que representa el otro, pero al mismo tiempo saben que están condenados a entenderse. Y de alguna manera, a pesar de que no lo reconocerán nunca, admiran la capacidad resolutiva y el pragmatismo que encarnan los dos, en un mundo contaminado por la mediocridad y los trepas. Eso sí, cada cual intenta por todos los medios que sea el otro quien le deba un favor. O tenerlo agarrado por el cuello. Kristin Scott Thomas asume este papel y es un acierto de casting ya que hacía falta alguien con una presencia de pantalla muy fuerte para hacer frente a Oldman.

Para hacer tolerable todo este nivel de mugre y decadencia, los guionistas tiran de dosis generosas de humor. La idea de un espía torpe da mucho juego y los abusos verbales de Lamb, aunque serían laboralmente inaceptables, hacen mucha gracia y, aunque la ambientación sea muy diferente, se nota la implicación de parte del equipo a la serie Veep, que a su vez era una traslación al mercado americano de la británica The Thick of It, donde se hacía un despliegue inédito de insultos y vejaciones, en aquel caso en el mundo de la jerarquía política y de la mano, y boca, de Peter Capaldi.

Slow Horses también aborda, aunque tangencialmente, la situación geopolítica actual, sobre todo en clave interna británica. En la primera temporada se abordaba el auge de los grupos de ultraderecha. En estos nuevos capítulos, parte de la trama tiene que ver con una protesta de los anticapitalistas y con la voluntad del gobierno de provocarlos para tener la excusa de practicar una carga policial fuerte que sirva de escarmiento y demostración de poder. Como muchos títulos del género noir, la serie hace una defensa cerrada de los perdedores, de los perros pulgosos pero adorables, de los descastados. Y, sobre todo, ofrece entretenimiento sólido e inteligente, mientras obliga a reflexionar sobre si aquellos que tienen la misión de protegernos no son, en realidad, una inquietante amenaza.

Àlex Gutiérrez
Àlex Gutiérrez. Periodista especializado en medios de comunicación y audiovisual. Actualmente trabaja en el diario ARA, como jefe de la sección de Media y autor de la columna diaria ‘Pareu Màquines’, donde hace crítica de prensa. En la radio, colabora en ‘El Matí de Catalunya Ràdio’ y en el ‘Irradiador’, de iCatFM. También es profesor en la Universitat Pompeu Fabra. Su capacidad visionaria queda patente en una colección de unos cuantos miles de CDs, perfectamente inútiles en la era de la muerte de los soportes físicos.