El mundo cinematográfico del director Carlos Vermut (“Diamond Flash”, “Magical Girl”, “Quién te cantará”) está lleno de personajes que sufren, que persiguen la felicidad, que hacen daño a los demás y se hacen año a ellos mismos. “Mantícora”, que acaba de estrenar, no se sale de esta tónica, explicándonos la torturada existencia de Julián, un diseñador de videojuegos que interpreta Nacho Sánchez (Ávila, 1992). El actor nos cuenta la experiencia de meterse en el alma de este hombre introvertido, frágil y sobrepasado por sus dudas existenciales. Ah, una mantícora es una criatura mitológica, mitad animal, mitad ser humano.
¿Cuál fue tu reacción al leer el guion de “Mantícora”? ¿Fue un “buah, qué cosa más rara”, pero en el mejor de los sentidos?
Tampoco me pareció muy raro, pero sí me impactó. Nada más leerlo, le conté el guion, de arriba abajo, a mi pareja. Es un guion muy valiente.
Entre los críticos de cine, me he encontrado con muchas interpretaciones diferentes sobre lo que le pasa a Julián, tu personaje, y también sobre su solución final. Y no vamos a hacer spoilers…
Sí, porque la historia que ha escrito Carlos deja esos huecos para que cada uno la interprete de una manera particular. Es una película llena de silencios y que provoca que el espectador esté activo. Valora la inteligencia del público.
Veo “Mantícora” como la tragedia de un chico que deseaba una vida sencilla y tópica, y tener una relación sentimental casi de comedia romántica… pero que se le complica la cosa.
Un poco es eso, pero tampoco es una comedia romántica. Se mueve entre varios géneros y tonos. También en nuestra vida real, todos tenemos fantasías oscuras, pero aspiramos a tener una vida más reglada, más tranquila.
¿Julián es un personaje que te ha obligado, más que a aprenderte diálogos y más diálogos, a trabajar los silencios, las miradas, el cuerpo?
Sí, es el proyecto en el que más tiempo he estado en pantalla y en el que menos hablo. De hecho, como actor, me gusta más escuchar que hablar, y “Mantícora” me ha dado la oportunidad de ponerlo en práctica. Carlos me decía que, durante esos silencios de Julián, yo no hiciera nada en particular, para que el espectador sacara sus propias conclusiones sobre qué pensaba el personaje.
¿Cómo trabaja Carlos Vermut? Después de los ensayos, y ya metidos en el rodaje, os deja hacer y luego si acaso os da pequeñas indicaciones?
Carlos es meticuloso, muy meticuloso. Y le gusta mucho trabajar con los actores, dedicando bastante tiempo a los ensayos. Al comenzar a rodar una escena con él, tú primero la interpretas como la has pactado con Carlos, y luego él va moviendo las piezas, retocando el resultado, si le cuadra lo que has hecho o no. Y si algo no funciona en la secuencia, él tiene una alerta en la cabeza que le avisa. Como Carlos viene del mundo del cómic, antes de iniciar el rodaje, tiene toda la película dibujada en su cabeza. Y hay escenas más fáciles de filmar, y otras que menos, en las que tenemos que enfangarnos más.
¿Conocías el cine de Carlos, sus películas?
Sí, y me gustaban mucho.

Dentro de una industria audiovisual donde a menudo se premia y se apoya lo fácil, lo comercial y lo más masticable, ¿Carlos Vermut es un outsider? ¿Ojalá hubieran más Carlos en el cine y la televisión?
Sí, sí, ojalá. Sus trabajos son muy personales. Pero, ojo, este año hemos tenido más ejemplos de obras de autor en el cine español. La autoría está llegando muy lejos, y Carlos se ha convertido en un referente para muchos de los nuevos cineastas. Rueda una película cada cuatro años, cuando le apetece y sin hacer encargos. Es genuino.
Me gusta mucho tu pareja, o tu casi pareja, en la película, Zoe Stein. Qué gran apuesta de Vermut. Y qué gran futuro se le avecina.
Zoe tiene algo que, por muchas veces que vea “Mantícora”, me sigue sorprendiendo. Parece que no haga nada, y que todo lo haga mi personaje… pero no es así. En la pantalla, no puedes dejar de mirar a Zoe, y eso es algo que ya me pasaba durante el rodaje, como compañero de escena suyo.
“El arte de volver” (Pedro Collantes, 2020), la serie “Doctor Portuondo” (Carlo Padial, 2021) y, ahora, “Mantícora”. Tienes una buena colección de personajes complejos, ¿no?
Me gustan los personajes que son un poco extraños, que me dan juego y la posibilidad de crear algo interesante.
No podía dejar pasar la ocasión de felicitarte por esa road movie sobre dos hermanos que fue “Diecisiete” (2019), de Daniel Sánchez Arévalo. Fue un viaje físico y mental estupendo. Además, mentalmente más relajado. Vaya, supongo.
Fue una película que me hizo mucha ilusión hacer. Además, fue mi estreno con un personaje con tanto peso. Y, como a Carlos, a Daniel también le gusta mucho trabajar con los actores. Es un aspecto que cuida mucho.

De momento, estás nominado al Goya, al Forqué y a los Feroz por “Mantícora”. Y seguro que, en breve, llegarán otras nominaciones. ¿Cómo lo ves? ¿Piensas en ello? ¿O lo que tenga que ser, será?
Todo esto tiene una parte positiva, y es que la gente que te quiere te felicita. De todas maneras, intento sacarme la presión de encima para vivir más tranquilo. Es un asunto que me genera mucha adrenalina, ansiedad y nervios, aunque, por otra parte, también te sube la moral. Me gustaría pensar menos en este tema de los premios y las nominaciones.
¿Proyectos? ¿Ojalá algo más relajado o divertido incluso? ¿O te va la marcha de los personajes tortuosos?
A mí cualquier género me va bien. Antes que pensar en un género, yo pienso en el equipo del proyecto, que sea interesante. Pero sí que es verdad que lo extraño me está llamando últimamente, y lo acojo bien. Ahora estoy en una cosita teatral que estrenaré dentro de unos meses.
Finalmente, ¿qué es lo que más te han preguntado, o más te hemos preguntado, sobre “Mantícora”? ¿Hay incluso preguntas complicadas de responder?
Me han preguntado a menudo sobre si me daba miedo hacer la película, o si tenía algún reparo con la historia. Yo, más que como un problema, este proyecto siempre lo he visto como un caramelo. No creo que ningún actor hubiera rechazado “Mantícora”.
