Continúa siendo una de las películas de los 80 más queridas, así que estaba cantado que en pleno frenesí de las plataformas por recuperar franquicias conocidas, especialmente de aquella década, “Willow” iba a volver tarde o temprano. Pero que sea una película querida no significa que sea fácil resucitarla. Como cualquier otro producto de su generación, implica dos retos igualmente complejos que están ligados entre sí: no ser simplemente una serie que apele a la nostalgia (lo que implicaría llegar a un público potencial limitado a los que vieron la película en su día) y adaptar su universo a las sensibilidades de la audiencia actual, particularmente al público joven. Podríamos decir, para empezar esta crítica con un titular, que la serie de “Willow”, estrenada recientemente en Disney+, ha logrado superar ambas dificultades. Lo ha hecho adoptando un método similar al que hizo “Star Wars” cuando inició su nueva era (lo cual tiene sentido, dadas las similitudes entre ambas franquicias, tanto en lo que se refiere a los temas y arquetipos de personajes que las habitan, como en lo que se refiere a los nombre propios que tienen detrás, especialmente George Lucas, que irónicamente no estuvo implicado en ninguno de los dos regresos). Así, si en la nueva etapa de “Star Wars” se introdujo a Rey como una nueva heroína para las nuevas generaciones, mujer y joven, en este regreso de “Willow” se introduce a Kit, también mujer y joven, como nueva heroína de la historia.

En ambos casos hay también un equilibrio entre poner el foco en la nueva protagonista y seguir dando espacio a los héroes que ya conoce el espectador. Así, Kit se presenta como el personaje central con un conflicto claro: un matrimonio que ha sido elegido para ella y que ella rechaza porque lo que desea es vivir una aventura. Pero al mismo tiempo, el personaje está relacionado directamente con una de las protagonistas de la película, Sorsha, de la que es su hija. El personaje vuelve a estar interpretado por Joanne Whalley. El padre, en cambio, que es el deslenguado Madmartigan, no aparece en la serie debido a los problemas de salud de Val Kilmer, que le han impedido participar a la serie, y su audiencia es un elemento importante para la trama. Antes de terminar el primer episodio, la serie también vuelve a reencontrarnos con Willow, el protagonista de la película original, que vuelve a estar interpretado por un Warwick Davis que hace años que quería recuperar el personaje. No en vano, es una de las raras ocasiones en las que el actor ha podido ser protagonista de forma visible de una película, en vez de aparecer disfrazado y completamente irreconocible (como en “Star Wars” o “Harry Potter”) y ser reconocido por ello. El actor bromeó sobre este tema en la serie de autoficción “Life’s Too Short”, que valdría la pena que alguna plataforma la recuperara. En su regreso, Warwick Davis imprime seriedad y gravedad a su personaje y consigue que el poso de los años se note en su personalidad, particularmente cuando otros personajes siguen desconfiando de sus dotes de hechicero, lo que ayuda al actor y a la serie a poner en la superficie el tema central de “Willow”: cualquiera puede ser un héroe si se lo propone, independientemente de su tamaño.

‘»Willow».

Kit y Willow son los personajes que marcan las dos direcciones de la serie como una ficción que quiere construir una historia nueva y una ficción que quiere recordarte la historia que ya viviste. Lo que ambos tienen en común, y es lo que es la clave final del resultado, es el corazón que hace palpitar a ambas, que es muy parecido al filme original. La serie preserva el espíritu aventurero de la película iniciando una nueva misión que llevará a un grupo de héroes a enfrentarse a enemigos terribles y también a ponerse prueba a si mismos, pero al mismo tiempo lo lleva a una nueva generación de espectadores con personajes que pueden conectar con ellos. Tiene su dosis de nostalgia pero la dosifica muy acertadamente (un ejemplo de ello es el uso medido del tema central de la banda sonora de James Horner) y no depende de ella. Es una serie que tiene su valor por sí misma y que cuando emociona lo hace por méritos propios. Donde la serie sufre es con la mezcla entre fantasía épica y comedia que caracterizaba la película original. En el filme de Ron Howard el equilibrio entre ambos registros era prácticamente perfecto. En la serie, la coexistencia de ambas es un poco más conflictiva y a veces se produce un salto demasiado brusco entre la seriedad de una situación peligrosa y la broma que busca el entretenimiento.

«Willow».

La base sigue siendo la misma: el choque de personalidades que tanto sirve para crear humor como para generar conflictos (el principal en los episodios vistos para hacer esta crítica es el que mantienen Kit y Dove), algunos intereses amorosos a la espera de desarrollarse y una amenaza oscura que ocupa un espacio creciente a medida que pasan los episodios. Las escenas de luchas y el diseño de producción es lo suficientemente atractivo para una serie actual y al mismo tiempo lo bastante ochentero como para no desentonar con la película de la que procede. La forma de continuar la historia no es en absoluto forzada y hasta es natural para este tipo de historia (de nuevo, se echa mano de “Star Wars” para inspirar). Y si bien es cierto que la ausencia del carisma de Madmartigan es un hueco difícil de llenar, ni siquiera por otros personajes de un perfil similar que ponen en su lugar, este es un problema con el que la serie no habría podido lidiar de ninguna de las maneras. La serie de “Willow” tiene todos los ingredientes para conseguir que la franquicia se convierta en un producto intergeneracional. Ahora sólo hace falta ver si la generación actual se deja hechizar por los encantos de este clásico de los 80 o si lo considera una serie de boomers.

Toni de la Torre
Toni de la Torre. Crítico de series de televisión. Trabaja en ‘El Matí de Catalunya Ràdio’, El Temps, Què fem, Ara Criatures, Sàpiens y colabora en el programa ‘Tot es mou’ de TV3. Ha escrito libros sobre series de televisión. Profesor en la escuela de guion Showrunners BCN, le gusta dar conferencias sobre series. Destaca el Premi Bloc Catalunya 2014.