En “Un año, una noche”, Isaki Lacuesta (Girona, 1975) nos traslada a la masacre que tuvo lugar en la sala de conciertos parisina Bataclan el 13 de noviembre de 2015. Uno de los supervivientes de ese atentado, el español Ramón González, plasmó su experiencia en “Paz, amor y death metal”, libro que el cineasta adapta, otorgando el personaje de Ramón al actor argentino Nahuel Pérez Biscayart. Noémie Merlant, que interpreta a su pareja, Quim Gutiérrez y Alba Guilera completan el cuarteto que vivió tan terrible suceso. Más allá de esa luctuosa noche, el film nos cuenta cómo Ramón y su novia intentaron superar el trauma. A punto de estrenar su cinta, el autor de “Los pasos dobles” (2011), “La próxima piel” (2016) o “Entre dos aguas” (2018) nos desgrana los detalles de esta reflexión sobre la memoria, el racismo, la violencia y nuestra capacidad para olvidar u obviar todo aquello que no nos interesa.

¿Con Isa Campo y Fran Araújo, habéis trabajado mucho la adaptación del libro de Ramón González “Paz, amor y death metal” (Tusquets Editores)? En el guion, ¿qué os habéis quedado del original y qué habéis cambiado o descartado?

Ha sido el guion más complicado de mi carrera, porque queríamos mantener el espíritu y la esencia del libro. Pero la literatura y el cine son diferentes. Hemos trabajado, sobre todo, en esta idea de una pareja que entra enamorada en el Bataclan para asistir a un concierto, y, tras el atentado, se desincronizan y recuerdan de una manera diferente todo aquello que ocurrió. Cambiamos la nacionalidad de Mariana, que es española como Ramón, y en la película es francesa y se llama Céline. También variamos la estructura original. Lo que más nos importaba no era cómo los medios de comunicación cubrieron el atentado del 13 de noviembre de 2015, sino esa otra historia personal, que transcurre un año después y que los medios ya no cubrieron.

¿Encontramos en “Un año, una noche” temas presentes en tus anteriores películas?

Seguro. Carlo Chatrian, director artístico del Festival de Berlín, que es donde presentamos por primera vez la película, me dijo que “Un año, una noche” es la síntesis de mi filmografía. Por mi manera de hacer retratos físicos y emocionales de mis personajes, y por mi constante preocupación por el tiempo y la memoria. ¡La cabra siempre tira al monte!  

¿Cómo fue el rodaje de la secuencia del concierto y del atentado? A nivel técnico y de logística, ¿fue el momento más difícil de tu carrera?

¡No te creas! Al final, cuando tienes medios para rodar, las cosas son más fáciles. Fue muy emocionante rodar tanto el concierto como el atentado y la evacuación del Bataclan. Además, tanto los cuatro personajes principales como los figurantes y el equipo técnico y artístico tuvieron información directa de lo que sucedió por parte de sus protagonistas, que se presentaron, inesperadamente, en el rodaje. Todo ello creó una atmósfera muy potente a la hora de ponernos a rodar. Esa parte la grabamos entre las calles de París y la Sala Apolo barcelonesa.

En un inicio, ¿os planteasteis no mostrar el atentado?

Sí, en un principio me aterrorizaba enseñarlo, pero eso iba en contra de la manera en la que Ramón ha vivido toda esta experiencia. Y decidimos no obviarlo. Tanto Ramón como Céline intentan esconder lo que vieron y vivieron un año antes, pero las imágenes de entonces van apareciendo en su cabeza… Y cada uno reacciona y lo asume de una manera diferente.

Nahuel Pérez Biscayart. ‘Un año, una noche’.

¿Es “Un año, una noche” tu largometraje más comercial, en el sentido más positivo de la expresión? El que tendrá una proyección internacional más potente. ¿El presupuesto fue de seis millones de euros?

Como decía antes, ha sido mi proyecto con más medios y con más presupuesto. Ha tenido el presupuesto de todas mis anteriores películas juntas (Ríe). Sí, han sido unos seis millones. Siempre tienes que ser consciente de a quién se dirigen tus proyectos, y no es lo mismo trabajar en una obra para que la vea tu familia, tu pareja y tus amigos que rodar un film destinado a un gran público, que es el caso de ahora. A ver cómo funciona comercialmente, porque se estrena en un momento en el que hay muchas películas en la cartelera.

Durante el rodaje, ¿en algún momento te venía a la mente ese joven Isaki Lacuesta que firmaba cintas tan pequeñas como “Cravan vs. Cravan” (2002) o “La leyenda del tiempo” (2006)?

Sí, y era bonito volver a poner en práctica, ya en otro momento de mi carrera, las herramientas que aprendí a usar en esos tiempos. Y, por fin, poder rodar elaborados travellings y escenas de masas sin temer a que se acabara el presupuesto. Y tener un reparto de estrellas como el que he tenido.

¿Es esta una película política?

Yo siempre intento hacer películas poéticas, y en la poesía entra la política. Pero al revés no siempre ocurre.

Uno de los grandes temas de “Un año, una noche” es la muerte. ¿Es aún un tema tabú? ¿Seguimos teniendo miedo a hablar de ella?

Somos una sociedad muy buena en la negación y el autoengaño. Lo hemos convertido todo en un tabú: el cuerpo, la muerte, etcétera. Ramón y Céline se enfrentan al recuerdo de tantas muertes de maneras diferentes, y el camino hacia la normalización les provoca ciertos traumas.

Ramón es el argentino Nahuel Pérez Biscayart, y Céline tiene el talento de la gran actriz francesa Noémie Merlant. ¿Cómo llegaste a ellos? ¿Por qué los escogiste?

Ha sido un gustazo trabajar con los dos. Descubrí a Nahuel, hace años, en “Glue” (Alexis Dos Santos, 2006), y ya lo tenía claro para el papel de Ramón desde antes de tener el guion hecho. A Noémie la descubrí mientras escribíamos el guion, cuando vi “Retrato de una mujer en llamas” (Céline Sciamma, 2019).

Noémie Merlant y Nahuel Pérez Biscayart. ‘Un año, una noche’.

Háblame del fichaje más comentado, el de C. Tangana, nombre artístico del popular rapero madrileño Antón Álvarez Alfaro.

Hace mucho tiempo que soy fan suyo, de su música y de sus videoclips, y, cuando nos decidimos a ir a por él pensábamos que nos dirían que no. ¡Y nos dijeron que sí! Y hasta se parece a Nahuel. Estoy convencido de que hará todo lo que se proponga en su carrera: actuar, dirigir, producir… Tiene un pequeño papel, al igual que actores tan conocidos como Natalia de Molina, Enric Auquer o Bruno Todeschini, por lo que les estoy muy agradecido a todos. 

Seguro que has estado muy ocupado en estos últimos meses, pero quizás has tenido tiempo para escaparte al cine. ¿Has visto algo que recomiendes?

Sí, y no únicamente en una sala de cine. En museos, he visto cosas que fueron rodadas hace más de 100 años que me han impresionado. En España tenemos una nueva generación súper potente de cineastas. Están debutando, pero sus trabajos, por su madurez, no parecen óperas primas. Es como si llevasen años rodando. ¿Nombres? Alauda Ruiz de Azúa (“Cinco lobitos”), Pilar Palomero (“Las niñas”, “La Maternal”) o Elena Martín (“Júlia ist”), por ejemplo.   

¿Volverías a hacer esas películas pequeñas de tus inicios de las que hablábamos antes?

No solo eso, sino que ya lo he hecho (Ríe). Mientras rodaba “Un año, una noche”, también hice el documental “Gosar poder”, sobre el Primer Festival Popular de Poesía Catalana, celebrado en la Gran Sala Price de Barcelona el 25 de abril de 1970. En octubre de 2020, el Memorial Democràtic, con la colaboración de la Associació Catalana de Expresos Polítics, organizó un nuevo recital para celebrar el 50 aniversario de ese. Se ha proyectado en circuitos poéticos y también en la Filmoteca de Catalunya.

Pere Vall
Pere Vall es periodista cultural y del mundo de la farándula en general, especializado en cine. Colabora en Time Out, Ara, RNE y Catalunya Ràdio, y fue redactor jefe en Barcelona de la revista Fotogramas durante más de 20 años. Fanático de Fellini, de las películas de terror buenas, regulares y malas, y del humor y la comedia en general. De pequeño quería parecerse a Alain Delon, y ha acabado con una cierta semejanza a Chicho Ibáñez Serrador. No se queja de ello.