¿Quién es Raphaëlle Pérez, más conocida como como Raphi? Francesa de nacimiento, la artista trans encontró en Barcelona un lugar donde vivir, trabajar, amar y definir su personalidad. Raphi, poeta y actriz, y el director Adrián Silvestre han colaborado codo con codo para contar esta historia real en “Mi vacío y yo”, que se estrena en los cines después de triunfar en infinidad de festivales nacionales e internacionales. Conversamos con Silvestre (Valencia, 1981) sobre este delicado retrato humano que reflexiona sobre nuestro lugar en el mundo, la mirada de los demás y la firme decisión de ser feliz.

Empecemos por el título. ¿Por qué “Mi vacío y yo”?

“Mi vacío y yo” es el título de uno de los poemas que Raphi escribió al llegar a Barcelona. La película habla de ese vacío del personaje y de su necesidad de definir su identidad. Al final, se trata de una historia universal con la que todo el mundo se puede identificar.

¿Qué busca Raphi? ¿Es la historia de una persona a la búsqueda de la felicidad?

Sí, se podría definir así, porque eso es algo a lo que todos aspiramos. Todas nuestras decisiones e ilusiones, como poder encontrar un buen trabajo que te llene o lograr sentirnos cómodos en nuestro género, van encaminadas a lograr la felicidad.

¿Se trata de una comedia romántica diferente? ¿O de un drama romántico, igualmente distinto?

Me cuesta mucho poner una etiqueta a mis trabajos. Mis películas, aunque puedan ser desgarradoras y serias, también tienen toques de humor. Te puedes reír a costa de ciertas cosas, a pesar de su gravedad.

Raphaëlle Pérez, Raphi, en ‘Mi vacío y yo’.

Es la Raphi de “Mi vacío y yo” la auténtica Raphi. ¿Hay ficción? ¿Dónde está ese límite entre ficción y realidad? Este es otro de los tópicos a la hora de analizar tu nueva obra.

Es la Raphi que yo conocí desde que empezamos este proyecto juntos y que hemos hecho crecer hasta el resultado final. Al igual que en su vida real, la Raphi del principio de la película no es la misma que la del final. Ahora es una persona más empoderada. 

Insólito, diferente, atrevido… son adjetivos que he leído de tu film. ¿Los admites y añades otros?

Eso lo tenéis que hacer vosotros. Yo hablo con imágenes. Mis películas admiten muchas lecturas. Y creo en un tipo de cine en el límite de la incorrección política y que te haga pensar.

Al principio de la película, en la Unidad de Género del Hospital Clínic de Barcelona, a Raphi le diagnostican una disforia de género, que es una discordancia entre la identidad de género sentida y el sexo asignado al nacer. Contáis en la sinopsis de “Mi vacío y yo” que, a partir de aquí, Raphi “comenzará una forzada transición de género”. ¿Autodefinirse sí o sí, y además inmediatamente, es una de las esclavitudes y peajes de la sociedad actual?

Absolutamente. Nuestra sociedad ha avanzado en todo lo que supone derechos sociales, y cada vez hay más categorías, pero, por otra parte, existe esa presión social para que digas, enseguida, a qué grupo perteneces: heterosexual, gay, bisexual, cis, transexual… Tenemos muchas opciones, pero no hace falta correr para saber y explicar a los demás cuál es la nuestra.

Cuando tiras adelante un proyecto como “Mi vacío y yo”, ¿cuesta encontrar cómplices, productores y compañeros de viaje? En este caso, has encontrado la complicidad de productores como Javier Pérez Santana, Marta Figueras y Alba Sotorra. Y de la distribuidora Filmin.

Sí que cuesta, pero, los nombres que citas son personas que, junto a otros, han entendido de lo que yo hablo y no me han cuestionado nada a nivel artístico. Es muy difícil levantar proyectos en España. “Sedimentos”, mi anterior cinta, ya la tiré adelante con el apoyo de Javier, a través de Testamento Films. Por muy bien que te vaya un largometraje, no puedes tener la garantía de que encontrarás ayuda para el siguiente. Afortunadamente, para mi próximo proyecto cuento con la participación de Producciones del Barrio, que es la productora de Jordi Évole, y de Nanouk Films. ¡Pero aún no puedo contar nada más!

Raphaëlle Pérez, Raphi, en ‘Mi vacío y yo’.

¿Cómo fue la colaboración con el director Carlos Marqués-Marcet (“Los días que vendrán”, “Tierra firme”) en el guion, y en qué consistió?

Con Raphi escribimos las primeras versiones del guion de “Mi vacío y yo”. A partir de aquí, los productores nos sugirieron que incorporásemos la visión de una mirada externa. Y Carlos estuvo en las últimas fases del guion.

Como cineasta, tu objetivo, tu misión, tu pasión es…

Darle un sentido a mi vida. No dejar de aprender nunca y no dejar de ser creativo, siendo fiel a mis principios.

Ahora por fin estrenáis en las salas, pero, ¿a cuántos festivales ha ido antes “Mi vacío y yo”?

¡A muchos! ¡Ha sido increíble! A unos 30 o 40, y está confirmada para otros 40. Además, son festivales muy repartidos geográficamente y con diferentes perfiles: documental, ficción o temática LGTBI. Hemos recibido 20 premios, para diferentes apartados: dirección, interpretación… Al principio, teníamos miedo a la reacción del público. Por ejemplo, nos hemos encontrado con personas que no tenían ni idea de lo que era ser trans.

Al final del film hay una fiesta, y hasta aquí podemos contar. ¿Cómo definirías este desenlace?

Es un final esperanzador. Raphi es una persona con una gran capacidad para tirar adelante, con mucha luz. Y ahora se trata de no obstaculizar su camino. Las personas trans tienen muchos problemas socialmente. Y también con las leyes. Raphi, al contrario de otros casos, ha contado con el apoyo de su familia y ha podido estudiar, y podrá llegar adonde quiera. En “Mi vacío y yo” no queríamos caer en el victimismo, porque el viaje de Raphi no ha hecho más que empezar.

Pere Vall
Pere Vall es periodista cultural y del mundo de la farándula en general, especializado en cine. Colabora en Time Out, Ara, RNE y Catalunya Ràdio, y fue redactor jefe en Barcelona de la revista Fotogramas durante más de 20 años. Fanático de Fellini, de las películas de terror buenas, regulares y malas, y del humor y la comedia en general. De pequeño quería parecerse a Alain Delon, y ha acabado con una cierta semejanza a Chicho Ibáñez Serrador. No se queja de ello.