La estilización de la violencia ha dado grandes cineastas en el último medio siglo, como Sam Peckinpah, Sergio Leone o Quentin Tarantino. La pequeña pantalla no se ha quedado precisamente corta de muertes de aquellas que salpican. Solo hay que recordar la nómina de bajas de series como Juego de tronos o Vikingos. Ahora bien, desde un punto de vista estrictamente estético y cinematográfico, tres son los nombres que sobresalen. Por un lado, Nicolas Winding Refn y su locura experimental Too Old to Die Young. Po otro, David Lynch, por supuesto, y su delicioso retorno al mundo de Twin Peaks. Pero hay que ir al tercer caso para encontrar una trayectoria consistente y continuada: Steven Knight, con las seis temporadas de Peaky Blinders, de las que Netflix ha estrenado recientemente la última y final.

Las escenas a cámara lenta, los silencios seguidos de estallidos de violencia, los personajes excesivos, la excelente música indie e industrial colocada anacrónicamente en mitad de los años 20 del siglo pasado, la cinematografía cuidadísima… Peaky Blinders culmina su trayecto habiendo sido un placer para los sentidos. La serie ha bordeado a menudo el abismo de perderse en la estética y cargarse por el camino desde el rigor histórico a la verosimilitud del guion. Pero, a pesar de todas sus licencias, el conjunto acaba conformando un retrato bastante cuidadoso –lleno de verdad– sobre una parte del norte de Inglaterra olvidada por el audiovisual y también sobre los movimientos obreros y de bases popular que la empezaron a conformar, cien años atrás.

Además en esta sexta temporada se pone el foco sobre un aspecto muy interesante: los movimientos de los fascistas británicos (y americanos) para intentar sumar el país a la corriente nazi alemana. Así, uno de los dilemas del protagonista, Tommy Shelby –Cillian Murphy, como siempre magníficamente atractivo y repulsivo al mismo tiempo– pasa por decidir si su ascenso al poder justifica hacer tratos con unos indeseables tan siniestros. Algunas de las cenas que se muestran en claroscuro recuerdan poderosamente la decadencia política y moral que se podía palpar en el film La caída de los dioses (1969), de Luchino Visconti. A mismo tiempo también hay una tensión subyacente de este singular protagonista con el pueblo gitano al que pertenece. De alguna manera, Tommy Shelby encara un nuevo ejemplar de la estirpe memorable del hombre solitario, aquel que ha cortado sus raíces, ha dejado de creer en todo, pero que al mismo tiempo no ha sabido encontrar ninguna salida de futuro o esperanza.

‘Peaky Blinders 6’. Netflix.

Además de todo lo que le echan a este cóctel los creadores –violencia, luchas de poder y algunas bajas pasiones– los últimos capítulos están marcados poderosamente también por una ausencia: la de la actriz Helen McCrory, que murió justo cuando empezaban las filmaciones. Su personaje, la tía Polly Gray, era uno de los más carismáticos de la serie y la presencia femenina más poderosa en este universo. Las escenas en las que se despiden de ella son especialmente emocionantes, porque el espectador difícilmente puede obviar que los actores no solo están diciéndole adiós a un personaje: también rendían un último homenaje a una intérprete de gran calibre.

A pesar de que la serie ya no pudo contar con McCrory, la presencia de Polly Gray se deja sentir en estos capítulos finales. Ella encarna la magia, las raíces gitanas, la fuerza del destino. Se le aparece a un Tommy Shelby que persiste en desafiar su destino y lo hace tambalear. Él es el escogido para llevar el peso del mundo sobre los hombros, pero nunca pidió la carga sino que le fue impuesta. Aquí es donde entra en escena el hermano mayor, el que aceptó no liderar: algunas de las escenas en que dialogan estos dos personajes son de las más intensas y emotivas de toda la serie.

‘Peaky Blinders 6’. Netflix.

El final es probablemente el talón de Aquiles de esta última temporada. Hay un giro de guion de aquellos que patina un poco y merecería más dosis de lubricante, pero sí se consigue cerrar uno de los hilos importantes: el trauma generado por la participación de los hermanos Shelby en la primera Guerra Mundial y que explica su inmunización a la violencia. El clímax no es explosivo. Más bien busca el tono bajo, el del gesto simple pero poderoso.

¿Y a partir de aquí? Knight trabaja ya en una película que tiene que dar respuesta a algunos de los interrogantes que quedan abiertos tras esta temporada final. Y aunque no ha pronunciado la palabra mágica spin-off, sí que ha expresado el deseo de seguir explorando este mundo, probablemente a través de algún otro personaje y adentrándose en un periodo histórico diferente. No habrá que esperar mucho: tiene crédito de sobra para conseguir el beneplácito de la BBC, que está encantada de tener un nuevo éxito global.

Àlex Gutiérrez
Àlex Gutiérrez. Periodista especializado en medios de comunicación y audiovisual. Actualmente trabaja en el diario ARA, como jefe de la sección de Media y autor de la columna diaria ‘Pareu Màquines’, donde hace crítica de prensa. En la radio, colabora en ‘El Matí de Catalunya Ràdio’ y en el ‘Irradiador’, de iCatFM. También es profesor en la Universitat Pompeu Fabra. Su capacidad visionaria queda patente en una colección de unos cuantos miles de CDs, perfectamente inútiles en la era de la muerte de los soportes físicos.