Apartada de la interpretación desde hace algún tiempo, Laura Mañá (Barcelona, 1968) prosigue, sin pausa, su carrera como realizadora cinematográfica y televisiva. Ahora estrena “Un novio para mi mujer”, su personal remake de una comedia argentina en el que Belén Cuesta interpreta a Lucía, una periodista que ha perdido la ilusión hacia su trabajo y hacia su vida de pareja. Así las cosas, el novio de Lucía (Diego Martín) le busca… otro novio (Hugo Silva) para que desencalle la situación. ¿Se separarán, y ella se irá con este nuevo y aparente pretendiente? Hablamos con Mañá sobre comedias con contenido, sobre reír, sobre mujeres fuertes y sobre los medios de comunicación.
¿“Un novio para mi mujer” es una comedia romántica o más bien antirromántica?
Es una comedia sobre el amor y el desamor. No es antirromántica, sino que habla de volverse a enamorar y de la importancia de recuperar la autoestima y los sueños que hemos perdido.
¿Todavía queda mucho por explicar sobre las relaciones amorosas? ¿Y muchas maneras de hacerlo?
Sí, vivimos una época en la que las relaciones amorosas han cambiado mucho. Sin ir más lejos, está el poliamor. A todos nos gusta vivir enamorados, y en todos los momentos de nuestra vida podemos sufrir crisis sentimentales: a los 20, los 30, los 40…
Has dicho que querías hacer tuya esta historia, que está basada en una película argentina, “Un novio para mi mujer” (2008), de Juan Taratuto. ¿Cómo la has hecho tuya?
Sobre todo, quería trabajar mucho los personajes, hacerlos empáticos, y también llevarlos a la realidad española. En la película original, la trama principal era una terapia, y esto aquí ha desaparecido. Estoy enamorada de mis tres personajes principales, porque cada uno hace todo lo que puede para tirar adelante.
Centrándonos en los personajes, ¿cabe la posibilidad de que esa mujer amargada, que interpreta magistralmente Belén Cuesta, pueda caer mal a los espectadores?
No lo creo. Lucía es una mujer que evoluciona. Al final de “Un novio para mi mujer” hay una frase suya que lo resume perfectamente: “Me habría gustado tanto que me hubieras dicho que me estaba convirtiendo en un ser odioso”. Lucía se ha aislado, está amargada en casa y no para de criticarlo todo. Y, en el proceso para salir de esta situación, tendrá mucha importancia el micrófono de esa pequeña radio libre que la contrata. Ahí ella podrá quejarse cuanto quiera. Y dejar atrás a esa mujer intolerante.
Y, encima, cobrando por ello.
¡Exacto!
Cuando rodaste “Un novio para mi mujer”, el año pasado, la pandemia seguía ahí, pero ya no había ese pánico inicial. Y los protocolos ya eran otros. Había más seguridad, pero sin bajar la guardia. ¿Cómo lo viviste?
Yo he filmado en época de COVID esta película y también la TV-movie “Frederica Montseny, la dona que parla” (2021). Ha sido muy duro y he sufrido mucho, porque, en el cine y la tele, es muy importante el contacto humano con el equipo.

Uno de los escenarios de la historia es el vestuario del polideportivo donde los personajes de Diego Martín (Diego) y Joaquín Reyes (Carlos) juegan a fútbol sala con otros colegas. En esas escenas hay varios diálogos que los definen mucho.
Sí, es el momento de hablar en paños menores y que todo el mundo opine, entre el sudor del partidillo y el agua de la ducha, sobre lo que le está pasando a Diego con Lucía.
¿Qué tipo de comedias te hacen reír? ¿Tienes películas, directores, actores y actrices preferidos?
Me gusta más la comedia de situación que la comedia de carcajada, de gags. La comedia inglesa o francesa, ese tipo de películas en las que interviene la sensibilidad, como en el caso de “Intocable” (2011), de Olivier Nakache y Éric Toledano. En “Un novio para mi mujer” hay muchas capas, y pasas un buen rato, mientras te identificas con algunas de las situaciones que viven los protagonistas. ¿Otra comedia que me gusta? “Historias de Filadelfia” (1940), de George Cukor, donde, además de reír, tienes personajes muy sólidos. Ahí, cada gesto de Katharine Hepburn y Cary Grant, por muy patosos que sean, forma parte del personaje al igual que sus diálogos.
Hablemos de Belén Cuesta. Forma parte de una élite de actrices, junto a Carmen Machi entre otras, que están superdotadas para la comedia e hiperdotadas para el drama.
Es verdad, y, además, yo creo que, cuando ruedas una comedia, los personajes, en el fondo, tienen que ser muy dramáticos. Para que sean de verdad. Creo en la comedia con contenido, y es algo que ya puse en práctica en “Te quiero, imbécil” (2020).
Junto a Cuesta, están unos estupendos Diego Martín, que trabaja en una tienda de fotografía, pero quiere ser fotógrafo artístico, y Hugo Silva, que da vida a Cuervo Flores, un especialista en romper parejas. Están tremendamente cómicos, pero muy controlados, comedidos.
Diego y Hugo tienen una cosa muy importante como actores: controlan el tempo y la pausa. Por ejemplo, con una simple mirada o caída de ojos, sabes que el personaje de Diego es un pobre desgraciado.
Echo en falta más escenas para Joaquín Reyes. Encima, en “Un novio para mi mujer”, tiene un cambio de look total.
Yo también echo en falta más secuencias para Joaquín. Es buenísimo y me hace reír muchísimo. Él estuvo encantado con este cambio de imagen. Le preguntamos: “Joaquín, ¿te podemos rapar para que te quedes calvo? Formaría parte del aspecto de este gestor que interpretas”. ¡Enseguida nos dijo que sí! A los actores les encanta disfrazarse.

“Un novio para mi mujer” habla de los nuevos medios de comunicación y del periodismo, a través de los papeles de Belén Cuesta y de Eric Masip. Habla de contenidos, de salarios y de maneras de llegar al oyente. ¿Eres muy crítica con el periodismo actual?
Sí, yo le pido a los medios de comunicación la responsabilidad de dar buenas noticias. Que no todo sea gente hablando y criticando, sin ton ni son, a los demás. Lucía va a parar a una radio que cree en la libertad y en la incorrección con contenido. Y ahí ella es feliz como periodista.
“Nunca hagas esperar a un periodista, porque te pondrá a parir”. Una gran frase de la película, y muy real. No te preocupes, no me has hecho esperar.
Ja, ja, pero me has pillado localizando para la primera serie de mi carrera. A veces, cuando lees una entrevista que te han hecho, encuentras cosas diferentes a lo que has dicho. O una frase descontextualizada. Sobre todo, te pido que no me hagas quedar como una idiota, ja, ja.
No te preocupes. Como directora de cine, te estás especializando en comedias. En cambio, como realizadora televisiva, has rodado ya tres serios biopics de personalidades históricas femeninas: la ya mencionada Frederica Montseny, Clara Campoamor y Concepción Arenal. ¿Tienes en mente un nuevo biopic?
Sí, el de Neus Català y toda la historia de los campos de concentración, pero aún está en fase de financiación. De momento, estoy concentrada en la serie que te he comentado y de la que aún no puedo contar nada. Lo que me interesa a la hora de rodar estas biografías es mostrar a los jóvenes cómo ha cambiado el papel de la mujer en la sociedad. Frederica, Clara y Concepción son mujeres fuertes y muy actuales. Y libres e independientes. Como lo era la Natalia Tena de “Te quiero, imbécil” o, ahora, la Belén Cuesta de “Un novio para mi mujer”.
