Convertida en un referente de la comedia, a la directora Maria Ripoll (Barcelona, 1964) le gusta ir añadiendo nuevos ingredientes a un género tan popular, comercial, ecléctico y flexible. Y eso es lo que hace en su nueva película, “Nosotros no nos mataremos con pistolas”. Adaptación de una premiada obra de teatro de Víctor Sánchez Rodríguez, el film narra el reencuentro de cinco treintañeros tras el suicidio de una amiga en común, Paula. La realizadora de “Ahora o nunca” (2015) o “No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas” (2016) nos cuenta y disecciona esta historia de perdedores protagonizada por Ingrid García-Jonsson, Joe Manjón, Elena Martín, Lorena López, Carlos Troya y… ¡una gallina!

Seguro que una de las primeras preguntas que siempre te hacen es acerca de este aire y ambiente de western, o de spaghetti-western, que tiene “Nosotros no nos mataremos con pistolas”, empezando por la banda sonora y por la planificación de la llegada de Ingrid García-Jonsson al pueblo para reunirse con sus amigos de infancia y juventud.

Sí, siempre, y me encanta que la gente se fije en eso. La película está rodada en la Valencia postindustrial de la zona de Sagunto, con esos paisajes desolados que representan muy bien el interior de los personajes. Son cinco amigos que se reúnen, después de mucho tiempo sin verse, y se retan, como si tuvieran pistolas en sus manos. Como en un duelo, y, de hecho, se habla de dos duelos: de este y del duelo por la muerte de su amiga Paula, que se quitó la vida de un disparo. Por otra parte, a la hora de buscar referencias espirituales y estéticas, con el director de fotografía Joan Bordera hablamos mucho de “La última película” (1971), de Peter Bogdanovich, que estaba ambientada en un pueblo en decadencia como el nuestro. Con estos parámetros, Simon Smith compuso una banda sonora que recuerda a los spaghetti-westerns de Sergio Leone con música de Ennio Morricone. Estoy muy contenta con el resultado.

Hablemos de la Valencia que muestra “Nosotros no nos mataremos con pistolas”: hay una verbena, sí, hay fiesta y juerga, por supuesto, pero también hay locales por alquilar y carteles de protesta por la decadencia económica del lugar.

Valencia tiene unas localizaciones poco explotadas audiovisualmente, y que son muy originales. En la pantalla vemos la Valencia de la huerta y los naranjos, y la Valencia de las fábricas abandonadas. Todo ocurre en un pueblo que ha perdido la esperanza de tener un futuro mejor.

¿Cuáles fueron los cambios respecto a la obra de teatro de Víctor Sánchez Rodríguez?

La introducción del personaje de la gallina, por supuesto, y la eliminación o adaptación de ciertos aspectos importantes como eran los flashbacks. Los recortes en los diálogos y en algunas escenas se hicieron siendo muy fieles al texto original, sin traicionarlo. También se introdujeron la secuencia inicial de la llegada y el momento de la verbena en la que tienen mucha importancia las canciones del mítico grupo Orxata Sound System. Tuvimos muchas versiones del guion y fue un proceso muy chulo hasta llegar al resultado final. Durante este proceso, me acordé de cuando, en 2006, adapté al cine la obra de teatro de Albert Espinosa “Tu vida en 65’”, que también tuvo su miga.

Y precisamente “Tu vida en 65’” es un film que me recuerda a “Nosotros no nos mataremos con pistolas”: ahí ya tenías a un grupo de amigos que se reunían para honrar la memoria del colega desaparecido.

¡Es verdad! Una y otra obra hablan de la vida y de la muerte. Si no somos conscientes de la muerte, no podemos disfrutar de la vida.

‘Nosotros no nos mataremos con pistolas’.

Uno de los grandes temas de la cinta es el sentimiento de impotencia de la generación de los llamados millennials, de aquellos hijos de los años 80 que estaban destinados a triunfar en el trabajo y en el amor… y no ha sido así. Y se tienen que conformar. O no.

Hay una frase que lo define todo: “Es lo que hay”. Los cinco tienen que enfrentarse a sí mismos, pero la película no solo describe a los millennials, sino que todos nos podemos sentir identificados con lo que se cuenta, independientemente de nuestra edad. Todos hemos tenido una infancia y todos hemos pensado que todo es posible. Y fue maravilloso ver a los cinco actores entregarse a este proyecto y que el espectador tuviera la impresión de que, efectivamente, han estado juntos desde pequeños.

Elena Martín, Lorena López, Carlos Troya, Joe Manjón e Ingrid García-Jonsson, ¡cómo están todos! ¡Estupendos! Pero me gustaría concentrarme en Ingrid: ¿hay algún idioma que se le resista? Aquí luce un valenciano de rechupete.

Yo flipé con Ingrid. Llegó a los ensayos con los deberes hechos y con una serie de expresiones valencianas aprendidas que nos dejaron de piedra. Tanto ella como el resto de intérpretes aportaron mucho a la película. Un director no es nada sin unos actores entregados a la causa y sin un gran equipo. “Nosotros no nos mataremos con pistolas” se rodó en solo 18 días, pero tengo que decir que me lo pasé muy bien. Es una de esas películas pequeñas e independientes que, de vez en cuando, me apetecen. La próxima que haga será más gordota. Tengo por estrenar una serie de Prime Vídeo, “Un asunto privado”, protagonizada por Jean Reno, y estoy estudiando varios proyectos televisivos y cinematográficos más.  

“Nosotros no nos mataremos con pistolas” podría ser un texto de Luigi Pirandello: pero, en vez de “Cinco personajes en busca de autor”, estos serían “Cinco personajes en busca de amor”. El personaje de Elena Martín es el que tiene las frases más jugosas y las que provocan más cambios en la dinámica del grupo. Cada vez que ella abre la boca, incluso para meter la pata o para molestar, algo se remueve en el corazón de los demás. 

¡Bien visto! Porque siempre está flotando en el ambiente el problema de la soledad, y Elena, el papel de Elena Martín, es una gran solitaria. Elena creía que se iba a comer el mundo, pero se ha quedado sola. La conclusión es que, juntos, se vive y se recorre el camino de la vida mucho mejor.

‘Nosotros no nos mataremos con pistolas’.

Y hemos dejado para el final a la gallina que se pasea por la casa, vigila la paella o se pone delante de la cámara de fotos. ¿Qué simboliza la gallina? ¿Es un elemento mágico? ¿Es el espíritu de la amiga ausente que les incita a arreglar sus problemas?

La gallina fue una invención de Víctor Sánchez Rodríguez y del coguionista, Antonio Escámez. En un principio, yo tenía mucho miedo a rodar con ella. ¿Se portará bien? Y no solo se portó bien, sino que, cada vez que la enfocábamos, ponía una cara perfecta para que lo que íbamos a contar. Era como si tuviera sus propios diálogos, como los personajes humanos, ja, ja. Pauleta, la gallina, aporta un toque mágico y poético al conjunto. Ella provoca la catarsis que describe el guion.Otra aportación mágica a la historia es la niña de la pistola del principio.

Pere Vall
Pere Vall es periodista cultural y del mundo de la farándula en general, especializado en cine. Colabora en Time Out, Ara, RNE y Catalunya Ràdio, y fue redactor jefe en Barcelona de la revista Fotogramas durante más de 20 años. Fanático de Fellini, de las películas de terror buenas, regulares y malas, y del humor y la comedia en general. De pequeño quería parecerse a Alain Delon, y ha acabado con una cierta semejanza a Chicho Ibáñez Serrador. No se queja de ello.