¿Es el de los monólogos un género gastado, trillado, monótono, impermeable a los cambios y a las nuevas visiones? “Zasback” demuestra que no. Y que todavía hay muchos caminos por recorrer y muchas fórmulas por probar. El 24 de mayo, Movistar+ ha estrenado el primero de los cinco capítulos de esta Producción Original suya en colaboración con El Terrat (The Mediapro Studio) y La Caña Brothers. Hugo Silva, que es el protagonista de la primera entrega, Anna Castillo, Andreu Buenafuente, María León y Pablo Chiapella son los cinco protagonistas de un espacio que combina, alegremente y trágicamente, los monólogos y la ficción. Hablamos de todo ello con David Lillo, director creativo de El Terrat y cocreador de “Zasback”, y Daniel Rodrigo, director de programas de La Caña Brothers y cocreador de este formato televisivo inusual, atrevido y comprometido. Comprometido con la risa y con el drama convenientemente exorcizado y transformado en comedia liberadora.

Vosotros dos decís que “Zasback” va más allá del típico programa de monólogos. ¿Por qué?

Daniel Rodrigo (D.R.): ¿Sabes cuando estás viendo un monólogo cómico y tu cabeza empieza a fabricar las imágenes a toda pastilla? Pues nosotros haremos ese trabajo por el espectador. Le contaremos la historia desde el escenario, pero también se la vamos a dejar ver con la ficción. Es aquí donde radica la novedad del formato. Historias reales, contadas en clave de monólogo y ficción por nuestro protagonista. Es su historia, te la cuenta y la revive para ti.

¿Y cuál es la diferencia respecto a los programas de monólogos que ya conocemos? 

David Lillo (D.L.): Hemos hecho muchos programas de monólogos, desde el clásico stand up de 15 minutos, con cómicos y cómicas en un club, hasta monólogos de actualidad de late show, monólogos bestias para el roast… Hemos tocado muchos palos, y este es distinto porque es muy verdad. Es auténtico. Siempre hay verdad en la comedia, pero se acostumbra a maquillar para no exponerse directamente. La mayoría de los monólogos ‘autobiográficos’ no lo son. Estos sí lo son. Hemos trabajado durante semanas con cada uno de los personajes invitados para expresar sus vivencias y los sentimientos que les generaron de la forma más pura posible. Y, por otro lado, es diferente porque aquí el monólogo se complementa con una recreación de la anécdota que explican los y las invitadas. Una recreación que protagonizan ellos haciendo de sí mismos o de sus padres.

D.R.: Nos gusta decir que “Zasback” no es solo stand up comedy: también es stand up tragedy. El monólogo es el sitio desde el que vertebramos la anécdota y del que entramos y salimos a la ficción para que lo que nos cuenta el protagonista en el escenario lo podamos ver con nuestros propios ojos.

¿Era el momento de dar el salto cualitativo, de reinventar el género para evitar que se anquilosase y se llenase de polvo y telarañas? 

D.L.: El género está vivo y en constante reinvención. “Zasback” es un color más en una paleta muy variada. Cada cómico o cómica se esfuerza en aportar algo. Lo que hizo Bo Burnham durante el confinamiento fue maravilloso. Y también se está renovando mucho desde la escuela catalana con Tomás Fuentes, Charlie Pee, Adri Romeo o Raquel Hervás. En Madrid tenemos a Ignatius, inclasificable, Iggy Rubín, Litos o Eva Soriano. Los nuevos cómicos y cómicas son muy juguetones, y están creando cosas nuevas continuamente. A la tele le cuesta más innovar y reinventar, y por eso va un paso por detrás. Pero, cada vez más, las directivas y directivos de tele dan cancha a las personas que saben del tema.

D.R.: Yo creo que los monólogos, ahora mismo, están viviendo un gran momento y gozan de buena salud. Gente como Kevin Hart, Dave Chappelle o Ricky Gervais están teniendo un éxito enorme en todo el mundo. Este formato nuestro es una vuelta de tuerca más.

La tragedia se convierte en comedia: un punto de partida muy, muy atractivo. 

D.L.: No es nuevo, porque la fórmula la conocemos por Woody Allen y su película “Delitos y faltas” (1989), donde la pronuncia uno de los personajes. Cada vez más, el tiempo que separa la tragedia de la comedia es más corto. El 11S cambió eso. En este caso, aplicamos la fórmula a las biografías de los invitados e invitadas, que no se ríen de hechos históricos de los que se supone que uno no puede reírse. Se ríen de cosas vergonzosas propias, cosas que en su día les asustaron, les preocuparon e incluso les hicieron sentir que iban a morir.

D.R: ¡Por supuesto! A Lillo le gusta decir lo de “cualquier tiempo pasado fue patético”. Y la verdad es que los álbumes de fotos le dan la razón. Pues eso es “Zasback”: un álbum de las anécdotas más vergonzantes de la vida.

Por cierto, ¿este título? ¿“Zasback”? 

D.L.: Nosotros teníamos otro que nos encantaba pero Movistar+ no lo veía claro y nos propusieron “Zasback”, que es brillante, gracias a Martikorena y todo su equipo. Juega con la expresión flashback, que, en audiovisual, se refiere a intercalar en una narrativa en presente fragmentos del pasado. Y eso es lo que hace el programa: los invitados explican en presente anécdotas de su pasado que vamos viendo. En este caso, en lugar de un flash, a los invitados les viene un ‘zas’, una buena colleja del pasado. Tendemos a idealizarlo, y está bien, pero, a la que lo pensamos un poco, nuestro pasado está repleto de vergüenza ajena y propia.

D.R.: Zasca + flashback = zasback. Pues eso, ese bofetón que te arreó la vida y que cuentas ahora y no te queda más que reírte. Todos tenemos uno o dos en nuestra vida. Siempre me gusta jugar a preguntarle a todo el mundo por su zasback, y te aseguro que todo el mundo tiene uno digno de programa. El otro día, sin ir más lejos, un amigo me contó que, en una fiesta de la urbanización donde veraneaba con 15 años, y en presencia de la chica de la que andaba colado, un alacrán escondido en su bañador le picó en los mismísimos, y el socorrista le estuvo haciendo la cura ahí en medio de todos los vecinos. Nunca se le olvidará la cara a contraluz de esa chica mirando, horrorizada, la zona afectada. Un zasback de libro.

Hugo Silva, Anna Castillo, Pablo Chiapella, María León y Andreu Buenafuente son los protagonistas de “Zasback”.

D.L.: Son cinco valientes. No es fácil jugar a “Zasback” en la primera edición, y dieron el sí por amistad y confianza. Ahora que ya tenemos una temporada para enseñar, y que se ha corrido la voz, nos llegan peticiones para hacer “Zasback” de personas que ni soñábamos con tener, pero enrolarse en algo nuevo, siendo una estrella, es de visionario. Andreu, Anna, María, Hugo y Pablo han sido muy generosos. Se han abierto en canal y han confiado en que “Zasback” era una especie de atracción de Disney creada solo para ellos. Y ha sido maravilloso. Estamos muy agradecidos a los y las invitadas. Interpretar a tu padre, por ejemplo, es un viaje duro. En el caso de Andreu, lo perdió joven. O confesar que temiste por tu vida por hacer el gilipollas. O que engañaste a la Sanidad Pública. Han sido los pioneros y pioneras de algo que nos encantaría que se convirtiese en un género que trascendiese al programa. Como el roast, que empezó en un club de Nueva York, fue a la tele, y, ahora, 70 años después, es un género en sí mismo que se celebra en pequeños clubs de todo el mundo.

D.R.: Hemos dado muchísimas vueltas a esto. Ha sido un proceso difícil, sobre todo, por lo novedoso del formato: lo tienes que explicar muy bien para que el protagonista lo entienda, se implique, tenga ganas de contar eso que nunca ha contado a nadie y revivirlo para nosotros.

Daniel Rodrigo. ‘Zasback’.

De Berlanga a Martínez-Lázaro, de José Luis López Vázquez a Carmen Machi, España ha sido y es cuna de grandes e inspirados creadores y actores de comedia. ¡Somos una mina! 

D.L.: Sí. Y Azcona, Cuerda, Jardiel Poncela o Mary Santpere. Y Los Chanantes, los y las cuentachistes, Cimas, que es una categoría de comedia en sí mismo, las Chicle, el universo Broncano o Andreu Buenafuente como padrino de varias generaciones. Y las series como la de Berto. O “Nasdrovia”. O la de Bob Pop. Es impresionante el sentido del humor que ha habido y hay en España. Como España es un país tan rico culturalmente, hay muchos matices en el humor. Los catalanes bebimos mucho de la comedia inglesa en los años 80-90, porque en nuestra tele nos pusieron joyas de la BBC. En la meseta, se quitaron los complejos y dieron rienda a su surrealismo. En el sur, le pusieron tesis al tópico de la gracia. Y las nuevas generaciones construyen admirando a sus predecesores: a Gila, a Rubianes… La comedia en España está muy trabajada. Y ojalá nuestra comedia viajase. Es una pena que no acabemos de dar el gran salto a Latinoamérica o Estados Unidos, donde compartimos idioma. Eso está empezando a pasar ahora, y creo que va a marcar los próximos años.

D.R.: Sin duda, todos esos nombres que citas y otros tantos más, harían unos “Zasback” antológicos. Todos los clásicos hacían perfecto el ejercicio de reírse de sí mismos. Y eso hacen nuestros protagonistas aquí. Es el humor que viene del drama, todo muy berlanguiano.

David Lillo. ‘Zasback’.

A Anna Castillo y a Hugo Silva los hemos visto, casi siempre, haciendo dramas, llorando más que riendo. ¿En “Zasback” se revelarán como excelentes y dotados cómicos? 

D.L.: Los dos. Es impresionante. Cuando vimos a Anna Castillo haciendo el monólogo, no dábamos crédito. Sus directores, Dani Amor y Oriol Pérez, que son amigos suyos de toda la vida, habían trabajado el monólogo con ella, y, más allá de “va bien”, no habían compartido muchos detalles. Y cuando Anna llegó y estuvo fresca, disfrutona, riéndose de ella misma, improvisando, siendo mala… nos alucinó. ¡Es buenísima! Con Hugo teníamos mucho respeto, porque es un actor muy serio y no sabíamos hasta qué punto aceptaría reírse de sí mismo. Hablamos mucho con él para escribir los guiones de la ficción y el monólogo, pero, las semanas previas a la grabación, él estaba fuera de España rodando. Cuando le enviamos el guion, nos envió un audio, muy serio y profesional: “Perfecto, no os preocupéis, lo llevaré bien”. Y también fue alucinante. Anna y Hugo se revelan como excelentes y dotados cómicos, y algo aún mejor: como personas con sentido del humor.

D.R.: La vis cómica de Hugo Silva no te la crees. Aparte de ser un actor como la copa de un pino, te partes de risa con él en las distancias cortas. Y ese es otro de los alicientes de “Zasback”. Al ser una historia real e interpretarla ellos mismos, puedes conocer a la persona detrás del actor. Hugo es (era, más bien) tal y como se le ve en la ficción de su capítulo. Los tres protas del capítulo de Hugo nos dieron las gracias por poder revivir su mítico viaje a Brasil, y acabaron el rodaje realmente emocionados. ¡Lo de Anna Castillo es una barbaridad! Si ella quisiera, podría ganar Premios Emmys con los monólogos. Anna mola porque hace reír riéndose, y eso es un don. Repito, la generosidad de todos es maravillosa. Y se han volcado en contarnos sus miserias.

Después de los monólogos, llega una segunda parte. Sin spoilers, ¿en qué consiste este postre, este colofón, esta vuelta de tuerca? 

D.L.: En complementar con una ficción lo que explican en el monólogo. La historia en el club de comedia y la ficción en escenarios naturales bailan juntas. Nos obsesionaba no ser redundantes. No repetir en la ficción lo que se acababa de decir en el monólogo. Y hemos conseguido algo satisfactorio.

¿Creéis que alguno de los cinco participantes se arrepentirá de haber pasado por “Zasback”, por el hecho de haber contado algo muy, muy secreto? 

D.L.: No. “Zasback” tenía muy claro, desde el principio, que las riendas las llevaban ellos. Nosotros hemos sido una tripulación de personas con experiencia y profesionalidad al servicio de sus historias, pero ellos y ellas nos han dirigido. Han dado el OK a los guiones, y han elegido a los directores de los capítulos y a los cameos. “Zasback” es un traje a medida cocinado a fuego lento. No es un “aquí te pillo, aquí te mato”. Por eso no creo que nadie se arrepienta. Al revés, confesar tus pecados debe hacerte sentir orgulloso. Los invitados dan una imagen muy auténtica y tierna. Las redenciones siempre son una epifanía.

D.R.: ¡Espero que sí, ja, ja, ja! Pero también espero que lo pasen genial en el proceso y que sientan que la pieza es suya, que es un regalo para ellos. Bien mirado, contar un secreto vergonzante siempre es un alivio, así que contarlo para todo el mundo debe aliviar mucho más, ja, ja, ja. En ese sentido, igual “Zasback” es hasta terapéutico.

Anna Castillo. ‘Zasback’.

Otros, por el contrario, ¿se lo han tomado como una terapia, como un exorcismo, como una manera de quitarse de encima algo anquilosado en su alma? 

D.L.: “Zasback” es una terapia que se han encontrado sin ser del todo conscientes de buscarla. Primero piensan el episodio que quieren contar y ahí empiezan los primeros autoanálisis profundos. ¿Quiero contarlo? ¿Cómo quiero contarlo? ¿Por qué quiero contarlo? Luego, cuando escribimos, profundizamos aún más y se despiertan antiguos sentimientos. Pero, cuando estamos en el set y se ven caracterizados, en las localizaciones donde ocurrieron las historias en el pasado e interpretando, eso es absolutamente terapéutico. El capítulo de María León va de la culpa, y ella lo tenía claro desde el principio, porque se siente muy arrepentida de lo que hizo y es una espina que lleva desde hace más de 10 años. ¡Andreu Buenafuente y Pablo Chiapella hacen de sus propios padres! Es imposible que no se remuevan cosas ahí. Andreu no paraba de repetir: “Es que soy mi padre”. Le envió una foto a su hermana con la caracterización, y ella se emocionó por el parecido.

En el caso de Hugo, nos explica una historia en la que pensó que iba a morir con veintipocos años. Él insistió mucho en que una parte del monólogo debería ser muy seria, porque es como él lo sentía. Otra historia narra lo que la invitada piensa que fue un intento de secuestro… y eso pasó el día en el que acabó conociendo al amor de su vida. Pablo saca a su niño interior para enfrentarse a su padre… ¡interpretado por él mismo! Todo lo que sale en “Zasback” tiene que haberles removido, sí.

Los directores de cada uno de los episodios también tienen su personalidad y su prestigio, ¿no? Y aportan su toque único a la historia que dirigen. 

D.L.: Sí: Alfonso Cortés-Cavanillas, Dani Amor y Oriol Pérez, Andreu, Israel del Santo y Raúl Cimas son los directores. Todos han contado con la colaboración de Alejandro Rodríguez Morales, de La Caña Brothers, y del equipo creativo de El Terrat. Desde el principio, pensamos que cada capítulo debería ser único y muy personal. Tanto en El Terrat como en La Caña nos gusta hacer ‘trajes a medida’ e involucrar a los equipos, y eso incluye al invitado/a. El juego, si lo aceptaban, es que ellos debían trabajar con nosotros para que el programa fuese único. Alguno de los invitados dijo que sí, entre otras cosas, por eso, porque sintió que se respetaba su criterio. Y es normal, porque venir a “Zasback” implica mucha generosidad por parte de los invitados, y nosotros se la devolvemos creando el mejor ambiente para el programa. Hay un caso, el de Andreu, en el que se dirige a sí mismo. No es por vanidad. La persona que iba a firmar el capítulo tuvo un percance y no pudo rodar, así que decidió que lo más honesto era no firmar. Andreu era el codirector de facto, así que su capítulo lo firma él.

D.R.: Esto es una parte fundamental del formato desde que lo parimos. Es obligatorio que cada capítulo plasme enteramente lo que es cada protagonista, y, para ello, es imprescindible que se rodee de su gente, de su director preferido, de sus amigos actores. Tener directores diferentes dejando su sello en cada capítulo es otro de los fuertes de “Zasback”. Ha sido un proceso maravilloso ver cómo cada uno de estos directores se acerca al formato y lo hace suyo, cómo lo entiende y cómo lo ejecuta. Un lujo.

¿“Zasback” tiene un público objetivo? ¿O, como se dice mucho ahora, es un programa transversal? 

D.L.: Lo bueno de trabajar en un lugar como Movistar+ es que eso da un poco igual porque apuestan por la originalidad y la autoría sabiendo que eso engancha. Ojalá guste a mucha gente porque cada capítulo es distinto. ¿Gustará el de Anna Castillo más a la Generación Z? Puede ser, porque ella y los directores conectan muy bien con ese público, pero cuando ves el aire David Fincher que tiene el capítulo ves que también puede conectar con los boomers. Son historias narradas desde la verdad, y eso es muy atractivo.

D.R.: Cada capítulo es totalmente diferente del otro, es algo buscado intencionadamente. No hay ni una cabecera común. La diferencia nos gusta, y, por lo tanto, gustará a muchos públicos diferentes. Si te gusta el humor tipo “2 colgaos muy fumaos” (Danny Leiner, 2004), tendrás seguro un capítulo favorito. Si te gusta el humor surrealista más loco, vas a ver uno que te va a encantar. En posproducción he chequeado con la gente, y no coincide casi nadie en el mismo. Cada cual tiene su favorito. “A mí me gusta el de Anna”.“El de Buenafuente es brutal”.“El de Pablo Chiapella es el mejor, porque nunca le había visto en ese registro”.Habría que hacer un ranking con las votaciones de la gente, en plan Eurovisión.

Hugo Silva. ‘Zasback’.

En previsión del (seguro) éxito de “Zasback”, ¿hay una segunda entrega en marcha ya?

D.L.: Siempre hay que esperar a la respuesta del público y de la crítica. Pero una segunda temporada es la ambición que tenemos. Ya tenemos a personas muy potentes que nos han pedido participar en caso de que el show continúe. Y tenemos muchas ganas de aplicar, en una segunda temporada, todo lo que hemos aprendido en la primera, en la que partíamos de cero.

D.R.: Todo indica en esa dirección. Crucemos los dedos. Este formato tiene un futuro y un crecimiento ilimitado. Otro juego que me gusta hacer es imaginarme castings en otros países. Si fuera en USA, ¿a quién te gustaría ver? ¿Will Ferrell? ¿Jennifer Aniston? ¿Ben Stiller? ¿Y en UK? ¿Ricky Gervais? ¿Sacha Baron Cohen? ¿Keira Knightley? “Zasback” lo tiene todo para convertirse en un género en sí mismo, como “MTV Unplugged”, el “Roast Battle” o el “Carpool Karaoke”. Yo lo veo muy claro.

Pere Vall
Pere Vall es periodista cultural y del mundo de la farándula en general, especializado en cine. Colabora en Time Out, Ara, RNE y Catalunya Ràdio, y fue redactor jefe en Barcelona de la revista Fotogramas durante más de 20 años. Fanático de Fellini, de las películas de terror buenas, regulares y malas, y del humor y la comedia en general. De pequeño quería parecerse a Alain Delon, y ha acabado con una cierta semejanza a Chicho Ibáñez Serrador. No se queja de ello.