Desde el 29 de abril está disponible en Prime Video, y en más de 240 países y territorios, “Iosi, el espía arrepentido”, serie Amazon Original argentina dirigida por Daniel Burman y Sebastián Borensztein, y producida por Oficina Burman (The Mediapro Studio). Basada en hechos reales, explica la historia de José Pérez, alias Iosi, un agente del Servicio de Inteligencia de Argentina que, en la década de los 80, se infiltra en la comunidad judía de Buenos Aires con la misión de desarticular una supuesta conspiración para instalar, en el sur de Argentina, un Estado judío llamado Plan Andinia. Con el paso del tiempo, Iosi se da cuenta de que ese plan no existe y lo que sí es real es la existencia de una asociación argentina de tráfico de armas que está conectada con los atentados que tendrán lugar, años después, contra la embajada de Israel, en 1992, y contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994. Hablamos con Daniel Burman (Buenos Aires, 1973), el showrunner de este trepidante relato de ocho episodios que es, a la vez, un repaso a la historia oculta de un país, el retrato intimista de un hombre redimido y una serie de acción.  

¿Cuándo surge el proyecto de “Iosi, el espía arrepentido”? ¿Te enamoraste enseguida del libro que escribieron Horacio Lutzky y Miriam Lewin?

El libro me encuentra a mí hace unos seis años. Con solo ver la tapa y la contratapa, me di cuenta de que era una historia que merecía ser contada. Con Sebastián Borensztein fuimos bastante fieles a los hechos históricos que atraviesan esta extraordinaria trama de redención, y trabajamos mucho las motivaciones del personaje. En ese viaje interior que hace, Iosi encuentra una familia inesperada que lo abrazará. El suyo es un viaje complejo, lleno de contradicciones en medio de una trama política y de lo que fue la mayor conspiración criminal en Argentina, que dio lugar a los atentados más luctuosos que tuvo nuestro país. 

¿Cuesta aún escarbar en la historia negra de Argentina? ¿Te desaconsejaron no hurgar, en concreto, en el atentado a la Embajada de Israel de Buenos Aires, de 1992, y contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994?

Sí, hubo mucha gente que me dijo: “¿Para qué lo haces?”. Y yo digo: “¿Por qué no? ¿Cuánto tiempo puede uno convivir con la mierda en el fondo del congelador?”. Hace 25 años que me dedico a esto, y a veces piensas que lo que haces es, finalmente, un poco banal, que pasa y se evapora. Ahora sentí la necesidad de, además de entretener y de generar un contenido, poder levantar una bandera, un semáforo, una alarma, para decir: “Estamos conviviendo con esto como si nada”. De hecho, cuando voy fuera y me preguntan por quién fue el culpable de los atentados, todavía no puedo responder. Pero era una historia y una serie que debía contar y hacer.

Visto lo visto actualmente, habláis de una manera muy primitiva de concebir y ejecutar el espionaje. En 2022 se lleva el ciberespionaje y todo es mucho más rápido. En el siglo XXI, Iosi habría acabado su trabajo mucho antes. Y se habría percatado antes de la trampa y el engaño del que es víctima.

Sí, a mí lo que me fascina del espionaje argentino que muestra la serie es que es muy primitivo. A diferencia de James Bond, que tenía en el garaje el último Aston Martin. Acá se arreglan con lo que pueden.

Los judíos y el judaísmo son temas recurrentes en tu obra. Soy especialmente fan de uno de tus films como director de cine, “El abrazo partido” (2004), donde ya aparecía el judaísmo.

Sí, es un tema muy presente, pero para mí es algo muy natural. Siempre digo, de una manera incluso provocadora, que soy judío y, además, no tengo que hacer ningún esfuerzo para serlo, ja, ja. Es parte de mi identidad, de lo que soy, de mi cultura. Todo lo que hago lleva esta huella.

¿Es vertiginoso para ti estrenar en tantos países y territorios a la vez, en más de 240? ¿O ya estás acostumbrado?

Por suerte, yo no me acostumbro a nada. Todo me parece un maravilloso milagro. ¡Vivir de esta profesión y poder contar historias! Cuando era pequeño, y me había ocurrido algo en la escuela, no había nada comparable a llegar a casa, llamar a la puerta y escuchar los pasos de mi madre acercándose a mí… ¡En unos segundos, alguien abriría la puerta y escucharía lo que yo iba a contarle! Y hago series y cuento historias con esa misma sensación de entonces: alguien está por llegar y abrir la puerta. Y, cuando esa puerta se abre en 240 países del mundo a la vez, esa sensación se multiplica exponencialmente.

‘Iosi, el espía arrepentido’.

En “Iosi, el espía arrepentido”, ¿era interesante para ti combinar las escenas de acción y los planos espectaculares con las secuencias más intimistas e introspectivas? ¿Combinar los tiros, las persecuciones y las peleas con temáticas como los padres, el machismo o el amor?

Disfruto mucho con las escenas intimistas, pero también aprendiendo a rodar secuencias de acción.

En algunos momentos, la serie parece un western, incluso en la banda sonora. ¿Lo hiciste expresamente?

Soy fanático de Sergio Leone y fanático de Ennio Morricone. Mi sueño era ver un concierto en vivo de Morricone, y nunca llegué a verlo.

Vamos a por los actores. Aparte de ser un excelente actor, es increíble cómo puede envejecer Gustavo Bassani, que da vida a Iosi. ¡Son muchos años! Por cierto, ¿dónde y cómo le descubres?

Lo encuentro en una sala de teatro muy pequeña que se llama Microteatro, en Buenos Aires. Tenía que ser una cara nueva. Fue un gran hallazgo, pero me generaba una gran pregunta: ¿cómo podía ser tan buen actor y no ser conocido? Algo no encajaba. Gustavo es un ser extraordinario, una grandísima persona y un actor totalmente inusual.

Capítulo aparte, las actrices: de Natalia Oreiro a Carla Quevedo, Mercedes Morán o Mirella Pascual. Los actores y actrices argentinos y uruguayos son los mejores del mundo. Y no es una pregunta, es una afirmación categórica.

Ja, ja, realmente, el reparto es estupendo, han hecho un gran trabajo y es un elenco de lujo. Son muy inteligentes y han hecho una enorme labor de comprensión de sus personajes. Antes de ponerse delante de la cámara, ya han hecho un trabajo previo increíble sobre su personaje y sobre su función dramática en la trama.

¿Fue complicada la recreación de la época? Vestuario, peinados, calles, coches, edificios de los años 80 y 90… ¿Os gastasteis mucho en ambientación?

¡Muuuucho menos de lo que parece! Tuvimos la suerte de, a pesar de la pandemia, poder contar con personas con mucho rigor en la puesta en escena y en la dirección de arte, que estuvo a cargo de Marcelo Salvioli, que es un artista extraordinario. Era fácil detectar si algún elemento que se veía en la pantalla no cuadraba. Hicimos una recreación de la época con bastante libertad.

Desde 2016, con “El Rey del Once”, que no ruedas cine y que te dedicas exclusivamente a la televisión, dirigiendo “Supermax”, “Edha” o esta “Iosi”. Y creando otras series como “Pequeña Victoria” y “Cecilia”. ¿El respetado, poderoso e inteligente showrunner actual se ha comido, ha absorbido al pequeño, independiente y delicado cineasta de entonces? ¿O este último ahí sigue, siempre inquieto?

Sí, sí, ahí sigue. Yo sigo siendo una persona desesperada por contar historias, de la manera más dulce y cándida posible, para llegar al otro y que lo atrape. Por cierto, ¡no me vuelvas a decir cuántos años hace que no dirijo una película, porque corto con todo y hago una ya mismo! Si no ahora, tarde o temprano va a ocurrir.   

¿El mundo de la televisión ha cambiado mucho en los últimos años? Con la irrupción de las plataformas, con las nuevas tecnologías, con unos presupuestos más elevados y con la introducción de otro tipo de argumentos y de narrativas. ¿Se ha convertido en un monstruo que tú puedes controlar o incluso aliarte a él? ¿Añoras ese cine independiente en el que creciste como artista?

Yo no creo que la televisión de ahora sea un monstruo. Tengo una mirada particular y nada romántica de ese cine independiente en el que comencé. Tenía muy poco de independiente. A fin de cuentas, tú te sentabas con un monstruo, que era el exhibidor, y él decidía si iba a proyectar tu película en una pantalla o no. Y después tenías que rogar para que no lloviera, para que no hubiera fútbol o para que la política no metiera la cola. Era muy difícil conseguir el milagro de que la gente fuera al cine. Una sala de cine llena es maravillosa, una experiencia irrepetible, pero, trabajando para las plataformas, jamás me han cuestionado nada y siempre me han dado una libertad absoluta. Hay mucha mitología respecto a la monstruosidad de las plataformas. A mí ningún algoritmo me ha dicho qué tipo de personajes tengo que poner en las series. En “Iosi”, incluso he conseguido contratar como a protagonista a un actor desconocido y sin miles de fans en las redes sociales. Los ejecutivos de las plataformas son personas que, cuando se ilusionan con un proyecto, quieren que se cuente bien.

‘Iosi, el espía arrepentido’.

¿Estás contento con la acogida de público y de crítica a “Iosi”?

Más allá de la crítica, que ha sido muy positiva, lo que me importa es el impacto en la gente. Que un taxi te comente la serie. Que el público recupere una parte de la historia de Argentina. Es muy fuerte lo que está pasando con la serie. Muy, muy fuerte. Mira que he hecho cosas en mi carrera, pero lo que está ocurriendo con “Iosi” es increíble.

¿Iosi es un hombre herido, suspicaz y con muchas armaduras, y que tiene que descubrir y aceptar su sensibilidad, sin poder bajar la guardia? Se hace pasar por otro y, al mismo tiempo, tiene que asumir su verdadera personalidad, y disfrutarla. Al principio, es como de hielo.

Sí, pero, como todos los hielos, se deshace… Iosi tiene que enfrentarse a su pasado y asomarse a quién es realmente. Y, una vez lo ha hecho, ya no hay vuelta atrás.

Me gusta mucho el arranque de “Iosi”: estamos en la actualidad, y Iosi, en teoría, ya puede relajarse porque está en zona amiga y colaborando con la Justicia, testificando. Y no. Iosi es expulsado de lo que ahora se denomina zona de confort. ¡Ya le están engañando otra vez! Absolutamente. Es una persona que está en jaque permanentemente. Él cree que está en la zona de confort, pero le dura muy poco.

Pere Vall es periodista cultural y del mundo de la farándula en general, especializado en cine. Colabora en Time Out, Ara, RNE y Catalunya Ràdio, y fue redactor jefe en Barcelona de la revista Fotogramas durante más de 20 años. Fanático de Fellini, de las películas de terror buenas, regulares y malas, y del humor y la comedia en general. De pequeño quería parecerse a Alain Delon, y ha acabado con una cierta semejanza a Chicho Ibáñez Serrador. No se queja de ello.