El 27 de mayo de 2014, a raíz de un tiroteo en un campus universitario de Isla Vista (California) la revista satírica americana The Onion publicó el titular ««Imposible prevenirlo», dice la única nación donde esto sucede con regularidad«. Desde entonces, cada vez que se repite una masacre como esta, aparece una pieza sobre el tema y el mismo titular. A base de repetirlo, lo que empezó como denuncia irónica se ha acabado convirtiendo en una desoladora expresión de impotencia.

En ‘The Fallout’, incorporada recientemente al catálogo de HBO Max,  Vada Cavell es una alumna de 16 años de un instituto cualquiera, que deja de ser un instituto cualquier cuando un joven perpetra una matanza. Ella se escapa gracias a un golpe de suerte, como también lo hace Mia Reed, otra de las estudiantes. Las dos coinciden en un cubículo de los lavabos y el pánico compartido hace que empiecen una relación que, si no, sería improbable: mientras que Vada es una buena pupila que aún tiene que salir del cascarón, Mia es tremendamente popular en Instagram gracias a sus bailes sensuales, a pesar de que un velo de infelicidad le nubla siempre la mirada.

El film explora el impacto del trauma y la gestión del luto en estas dos representantes de la generación Z. Pero, a pesar de la voluntad clara de explicar los modelos de relaciones y valores de las personas nacidas ya en el siglo XXI, la directora Megan Park ha rehuido tanto como ha podido de los arquetipos para presentarnos personajes alejados de los clichés que demasiado a menudo los ‘boomers’ intentan imponer en el entorno de los jóvenes. Hay mucha atención al detalle, mucho primer plano de una Vada que parece no acusar ninguna fisura en su ánimo, mucha apatía conquistando la mente y el cuerpo. Ahora bien, no engaña a nadie y el público intuye como tras de la coraza hay unos sentimientos que buscan la manera de emerger.

Uno de los aciertos de la película es el retrato del uso de la tecnología por parte de los jóvenes. En una escena, dos personajes intercambian mensajes de texto y, por las palabras que se escriben, parecería que los dos están enteros y de una pieza, pero si miramos sus caras vemos que están sufriendo, solo que no se atreven a expresarlo, en parte por la presión de ofrecer siempre nuestra mejor cara, acentuada por las redes. En cambio, en otro momento, vemos como el móvil conectado con una amiga acaba siendo una compañía próxima que calma y ayuda a dormir. Esta manera de esquivar los juicios maniqueos afecta también a los personajes: no hay buenos ni malos. La mayoría son imperfectos, pero no por eso menos queridos.

‘The Fallout’.

En los últimos años, diversas (y notables) obras como ‘Springbreakers’ o ‘Euphoria’ han conseguido dignificar el drama teenager con puestas en escenas muy cuidadas y contundentes, para subrayar la violencia ambiental en la que se tienen que mover los adolescentes actuales. Pero ‘The Fallout’ señala el mismo problema con una aproximación muy diferente, más introspectiva. De hecho, incluso el tiroteo queda fuera de campo, para centrar la mirada del espectador no en el acto en sí, sino en sus consecuencias más profundas. Allí donde ‘Euphoria’ tiene una exuberancia formal arrebatadora y un tono histérico casi tarantiniano, Park ha optado en este debut en el largometraje por una sutilidad que remite más a las atmósferas extrañas de las películas de Sofia Coppola.

«‘The Fallout’ plantea más preguntas que respuestas y enfrenta a los supervivientes de una masacre a un interrogante crucial: ¿se puede hacer algo para cambiar el estado de las cosas con la violencia armada en los Estados Unidos o solo cabe la opción de intentar guarecerse desde la individualidad?»

En el apartado interpretativo, Jenna Ortega haciendo de Vada es uno de estos papeles que marcan un antes y un después en la carrera. Anteriormente había participado en films como ‘Insidious 2’, ‘Iron Man 3’ o el último reboot de ‘Scream’, pero la complejidad que aporta a su personaje –ahora frágil, ahora insolente, ahora chispeante– seguro que le reportará ofertas interesantes. Y el nombre de Maddie Ziegler, en el rol de Mia, quizás no es conocido para el gran público, pero conviene recordar que a los doce años protagonizó el video Chandellier, de Sia, haciendo un solo de danza de cuatro minutos que suma casi 2.500 millones de reproducciones. Al otro puntal de la película no lo vemos, pero lo sentimos. Se trata de Finneas O’Connell, el hermano de Billie Eilish, que se marca una banda sonora de aquellas que envuelve y marca tono, sin reventar la historia o los tímpanos.

‘The Fallout’ plantea más preguntas que respuestas y enfrenta a los supervivientes de una masacre a un interrogante crucial: ¿se puede hacer algo para cambiar el estado de las cosas con la violencia armada en los Estados Unidos o solo cabe la opción de intentar guarecerse desde la individualidad? No es un manifiesto, no es un alegato y quizás frustrará al espectador que busque un clímax o una catarsis. Pero sí que es una aproximación honesta a unos jóvenes californianos, tocados por una mala fortuna imprevisible, según dice un país donde estas cosas pasan con espantosa regularidad, como recuerda The Onion.

Àlex Gutiérrez
Àlex Gutiérrez. Periodista especializado en medios de comunicación y audiovisual. Actualmente trabaja en el diario ARA, como jefe de la sección de Media y autor de la columna diaria ‘Pareu Màquines’, donde hace crítica de prensa. En la radio, colabora en ‘El Matí de Catalunya Ràdio’ y en el ‘Irradiador’, de iCatFM. También es profesor en la Universitat Pompeu Fabra. Su capacidad visionaria queda patente en una colección de unos cuantos miles de CDs, perfectamente inútiles en la era de la muerte de los soportes físicos.