El Rey Richard tiene un plan. Un plan que ha trazado incluso antes de que nacieran sus hijas. Venus y Serena Williams van a ser las mejores tenistas de la historia. Las entrenará bajo la lluvia, en una dejada pista de tenis de un barrio negro, en Compton, California, día y noche, con la presencia de vándalos que le van a hacer la vida un poco más difícil. Invertirá la mayor parte de su tiempo en mejorar su posición abierta, su saque, todos y cada uno de sus movimientos, con el fin de lograr su plan: tener a las dos Jordan del tenis en casa. Su empeño en lograr ese objetivo se convertirá en su modo de vida, en su cabezonería personal, no sin que ello le reporte problemas dentro de su matrimonio. Con esfuerzo, sacrificio y horas de entrenamiento a las espaldas, Richard está convencido de que va a lograrlo. Es su apuesta. Su apuesta por darle un futuro a sus hijas, que han nacido para revolucionar el mundo.

Es difícil encontrar hoy a alguien tan empecinado con un sueño. Los obstáculos que nos encontramos por el camino a menudo nos llevan a pensar que lo que deseamos no va a ser posible. No tenemos suficiente dinero, no damos con la persona adecuada que crea en nosotros, nos venimos abajo, perdemos la fe y acabamos desistiendo. En ‘El método Williams’ -dirigida por Reinaldo Marcus Green y con cuatro nominaciones en los Globos de Oro-, el padre de Venus y Serena, interpretado por Will Smith, está hecho de otra pasta. Es como si hubiera visto en una bola de cristal que todo su plan va a hacerse realidad, tal y como él lo ha ideado. Y va a por todas. Sin prisa, pero sin pausa. No hay día que no coja su furgoneta roja, se ponga sus ajustados pantalones de entrenador de tenis y salga a la cancha a formar a sus dos niñas prodigio, interpretadas por Saniyya Sidney (Venus) y Demi Singleton (Serena).

Richard cree en sus hijas, y como cualquier padre, quiere para ellas lo mejor: que sigan estudiando, que crezcan con el valor de la humildad -como Cenicienta, que nunca olvidó sus orígenes; por eso, en un momento del film, las pone a ver esa película-, que se mantengan lejos de las calles y, después, que brillen como deportistas. Y eso que no lo tienen nada fácil para llegar a la cima: son mujeres y además, son negras. Dos inconvenientes para una época en la que triunfan los tenistas blancos y en un sector en el que la mujer aún no se ha abierto suficiente camino. Pero Richard lo tiene claro: Venus va a representar a todas las mujeres negras. Va a tener la responsabilidad de ser una estrella, con la presión que ello conlleva, pero también, de ganarse el respeto de los blancos hacia su comunidad. No sólo eso. Va a demostrarle al mundo que «la criatura más peligrosa de la Tierra es una mujer con las ideas claras», en palabras de Richard.

‘El método Williams’.

En el año 2022, ‘El método Williams’ debería ser una película que nos sirviera para dos cosas: a modo de hecho histórico, para recordar cómo se prepararon para triunfar dos grandes fenómenos del tenis, o bien como historia inspiracional, que nos ayude a lograr lo que nos parece imposible, desde trabajar en un lugar soñado hasta ser el mejor en cualquier ámbito, profesional, deportivo o personal. Lamentablemente, hoy necesitamos esta producción para otra cosa. El pasado 30 de enero, el tenista español Rafa Nadal ganó su Grand Slam número 21 y aparecieron titulares en la prensa que aseguraban que era el primero en lograr ese hito. Margaret Court lo consiguió 24 veces, Serena Williams 23 y Steffi Graf 22. Todavía hoy se olvidan los triunfos que no son masculinos. De ahí que ‘El método Williams’ tenga una tercera función: demostrarnos que como sociedad, aún nos queda trabajo por hacer.

Bárbara Padilla
Bárbara Padilla. Colaboradora en la sección de Series de ‘La Vanguardia’. Redactora y Locutora de Informativos en RAC1. Periodista desde 2007 en el área de Barcelona. Aficionada al cine desde que tiene uso de razón y a las series desde el boom de Netflix.