Muchos años después de la serie “Un paso adelante” (Antena 3), que le lanzó a la fama, Miguel Ángel Muñoz (Madrid, 1983) da otro grandioso paso adelante con su debut como director, “100 días con la Tata”, ganador del Premio Forqué al Mejor Documental. Es un tierno y cariñoso retrato de cómo vivió él la pandemia junto a su querida y sabia Tata, Luisa Cantero. Una época en la que ella incluso llegó a convertirse en una influencer. Le preguntamos a Muñoz sobre esta película divertida y emocionante, y repasamos sus objetivos, retos y prioridades.

Primera e importantísima pregunta. Ahora son las 13:37 horas. ¿Has hablado ya con la Tata? ¿Cómo está? ¿Cuál es el Informe?

Pues hoy, a las 13:37 horas, el Informe es que le ha llegado un ramo de flores. La Tata está súper contenta, y se acaba de bajar a comprar el cupón.

¡Qué bien! A ver si le toca.

Ayer le tocaron seis euros.

Por decirlo de alguna manera, ¿“100 días con la Tata” es lo único bueno, positivo, constructivo y creativo que te ha traído la dichosa pandemia?

A ver, no gracias a esta situación, sino por culpa de ella, yo he tenido la oportunidad de pasar 100 días con mi Tata. Y de parar y plantearme cuestiones muy, muy importantes en la vida. Mi caso es excepcional. A día de hoy, no se me ha ido nadie por la pandemia y no he tenido contagios cercanos que hayan acabado mal. Algunos, terribles, pero han salido bien. Sí se ha marchado el coguionista con el que empecé a escribir este proyecto cuando solo se llamaba “Tata”, Javier Muñoz, que ha muerto por un infarto.

¿Llegaste a pensar: “Bueno, termino el documental, pero quizá ahora no le interesa a nadie, porque es una historia y una situación muy personales”? ¿O desde el principio ya tuviste cómplices que te decían: “Estás haciendo algo importante, algo útil”?

Tengo una necesidad personal de hacer este documental desde hace más de diez años, muchísimo antes de la pandemia. Y hace diez, a raíz de algo que explico en la película, decido que quiero rodarlo con un equipo profesional, pero solo para nosotros dos. Lo consigo hacer en 2016, y me doy cuenta de que la Tata se ha divertido haciéndolo y que es una actriz excepcional. Y descubro que me gusta estar detrás de la cámara tanto como estar delante. Sobre todo, me doy cuenta de que hay unos valores importantes que pueden trascender a través de una obra cinematográfica. Cuando lo tengo todo preparado… llega la pandemia. Y pienso que el proyecto se para. Lo que pasa es que, durante el confinamiento, grabo a mi Tata, y hacemos “CuarenTata” y se convierte en un éxito en las redes. Un año y medio después, y después de replantearme lo que quiero contar, termino de montar “100 días con la Tata”. Ha sido complicado escoger cuánto nos mostrábamos ella y yo, porque hay situaciones muy íntimas. Y ahora estrenamos en más de 120 salas en España durante las fiestas. Esto es un regalo con el que no contaba para nada.

Estabas hablando de escenas de la película, y hay una secuencia básica, y es cuando tú y la Tata tenéis un desencuentro. Y ella se enfada contigo. Y ni te mira. Me recuerda a mi madre cuando se enfadaba conmigo.

Me encanta tu punto de vista. A cada uno nos toca la historia de una manera personal, y a lo mejor a ti te llega más ese momento por lo que dices de tu madre. Podría parecer un instante triste, pero no lo es, sino todo lo contrario. Porque lo he montado de tal manera que, en el desenlace, la Tata dice: “Soy Escorpio”. Y eso produce una carcajada unánime. No, no todo ha sido de color de rosa en el rodaje. Ahí ella muestra su carácter, su personalidad. ¡No nos enfadamos nunca más!

¿Escuchamos poco a la gente mayor?

No nos escuchamos, en general. No somos capaces de mantener una conversación, como la que tú y yo estamos manteniendo, sin que uno mire el móvil. Sin embargo, la gente mayor no entra ahí. El tempo, el ritmo de la Tata es otro. Y yo, que soy hiperactivo, encontré en ella a una persona que es pausa, calma, charlar, escuchar, esperar… La persona que tienes más cerca en la vida te puede ayudar a vencer tus miedos e inseguridades. Aprendo cada día de ella. Valoro a las personas mayores, pero no es habitual, desgraciadamente. Por cierto, me acuerdo mucho de las conversaciones que tuve con Paco Rabal cuando yo empezaba, en “El palomo cojo” (1995), de Jaime de Armiñán. Un día me dijo: “Yo he hecho más de 100 películas, y tú también harás más de 100 películas, porque tienes mucho talento”. ¡Yo no sabía ni qué era el talento!

Luisa Cantero y Miguel Ángel Muñoz. ‘100 días con la Tata’.

¿Qué dice la Tata de la película? Tipo: “Ay, Miguelito, no hacía falta que me enseñases en la ducha”.

Yo sabía que, cuando viera esta escena, no se iba a molestar, porque está montada de tal manera que ahí no se ve nada inadecuado. Si a ella no le hubiera gustado algo, cambio el montaje. Al igual que si a mi terapeuta no le hubiera gustado cómo se muestra nuestra terapia, lo habría modificado. La Tata se divirtió y se rió con la peli.

“No sabía bailar, y bailé. No sabía cantar, y canté”. Lo dices, en el film, recordando tu época en la serie “Un paso adelante”. ¿“100 días con la Tata” es, entonces, un “no sabía cómo se hacía una película, pero la hice”?

Ja, ja. Tengo que decir que sí. Ojalá tenga tiempo para escribir el libro sobre todo lo que no tengo que hacer en la próxima película que dirija. He descubierto que una de las cosas que más me gusta en la vida es aprender, conocer nuevas experiencias y ver hasta dónde puedo llegar. También me pasó con la cocina, en “MasterChef Celebrity” (TVE). Me quedan muchos retos por cumplir. Pero la felicidad no consiste en conseguir los retos que uno se propone, sino en disfrutar de ese camino.

Con la triste muerte de Verónica Forqué se ha vuelto a hablar de los problemas mentales. En “100 días con la Tata”, lo decías ahora, tiene un papel destacado tu terapeuta. ¿Hablamos poco de nuestra cabeza?

Muy poco. De las pocas cosas que tenía claras sobre este proyecto es que quería hablar de la terapia. Es el gimnasio del alma, de las emociones. Hay que cuidarse por dentro tanto como por fuera, para conocernos uno poquito mejor y mejorar el mundo que tenemos delante.

Miguel Ángel Muñoz y Carlos Santos. ‘El Crack Cero’.

Me gusta mucho tu papel del maleante Moro en “El Crack Cero” (2019), de José Luis Garci. ¿Por qué no has tenido más papeles como ese?

Bueno, ¡qué bien que haya tenido ese! Si yo hubiera sido el director de cásting de la peli de Garci, no me habría propuesto a mí, de entrada. Por la imagen que puedo proyectar a priori. Pero Garci se arriesgó y decidió darme este bombón. Espero que lleguen más oportunidades como esta. Voy cumpliendo años, y los personajes más interesantes empiezan a llegar ahora. Tampoco nadie me hubiera ubicado en ese personaje que ve porno en “Hablar” (2015), de Joaquín Oristrell.

¿Una reflexión final?

He aceptado que tengo que hacer lo que realmente me apetezca, correspondiendo, honestamente, a lo que soy. A mis inquietudes y a las cosas que me gustan. No puedo dejar de hacer cosas que me diviertan y entretengan. Soy como soy, y si puedo seguir desarrollando mi talento en diferentes ámbitos, mucho mejor. En esta vida tienes que hacer las cosas que te hagan feliz.

Pere Vall
Pere Vall es periodista cultural y del mundo de la farándula en general, especializado en cine. Colabora en Time Out, Ara, RNE y Catalunya Ràdio, y fue redactor jefe en Barcelona de la revista Fotogramas durante más de 20 años. Fanático de Fellini, de las películas de terror buenas, regulares y malas, y del humor y la comedia en general. De pequeño quería parecerse a Alain Delon, y ha acabado con una cierta semejanza a Chicho Ibáñez Serrador. No se queja de ello.