En “El buen patrón”, Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) dirige por tercera a vez a Javier Bardem, después de “Los lunes al sol” (2002) y “Loving Pablo” (2017), y lo hace en una ácida y feroz comedia. Una película producida por Reposado P.C. y THE MEDIAPRO STUDIO, en la que Bardem interpreta a Julio Blanco, el astuto presidente de una fábrica de básculas que tiene que esquivar los problemas y agudizar el ingenio, tanto en su empresa como en su entorno más íntimo. La película, que llega hoy a los cines, ha sido escogida para representar a España en los próximos Óscar. Hablamos con el cineasta sobre relaciones de poder, humor, trabajo, empatía y Berlanga. Y, después de ver el film, que levante la mano quien no se reconozca, mínimamente, en Julio Blanco.
¿“El buen patrón” es cine político?
Yo tiendo a pensar que casi todo el cine lo es, porque las películas hablan de cómo nos relacionamos, de nuestras decisiones íntimas y a nivel social, y cómo estas responden a nuestras distintas educaciones como individuos. Ahora bien, “El buen patrón” no es una película política de una manera deliberada. No me gusta el cine político hecho desde la militancia, la etiqueta y el maniqueísmo. La vida está hecha de grises, de matices, y rehúso la etiqueta de cine político para mí. Lo que sí es cierto es que una buena parte del cine actual contará, a las generaciones venideras, cómo éramos.
En un principio, ¿el personaje de Bardem tenía buenas intenciones a nivel social, pero se le escapó de las manos? ¿El film comienza con que ya está todo liado, y esa imagen de empresario impecable y solidario se está resquebrajando a marchas forzadas?
Casi todos los personajes de “El buen patrón”, ya sean jefes o trabajadores, miran por sí mismos, y este Julio Blanco que interpreta Javier no es la excepción. Es un hombre habilidoso, un pícaro, pero eso no evita que, al final, empaticemos con él, y nos caiga bien, aunque lo que haga no nos parezca bien. Como espectador, haces el mismo viaje de Blanco, y vives directamente sus decisiones. Es alguien muy próximo al espectador. Este patrón no está tan lejos de nosotros. ¿Cómo usamos el poder cuando lo tenemos? Esta no es una película de buenos y malos.
¿En algún momento tuviste que replantearte o retocar el formato comedia de “El buen patrón”? Más que nada, para que la risa no se comiera a la reflexión, a la profundidad.
El humor ya fluía de una manera natural en el proceso de escritura del guion. El humor viene con el personaje, y el tono estaba en mi cabeza. Yo diría que me tuve que contener más en anteriores películas que en esta. La comedia compensa el drama de la historia.
Después de tres largometrajes juntos, ¿cómo trabajas con Javier Bardem y cómo trabaja él? ¿Tenéis algún método ya probado con éxito?
Trabajamos a favor del personaje que está escrito en el papel. Jugamos a explorarlo y a imaginarlo en diferentes situaciones. En la época de “Los lunes al sol” aún no nos conocíamos, y Javier venía a mi casa con muchas cintas de casete de 120 minutos, y no parábamos de hablar y grabar. Y él no paraba de preguntarme cosas. Después de estas tres películas, nos conocemos mucho y hay una enorme confianza. Javier Bardem siempre se atreve a ir más allá. No le gusta jugar sobre seguro. Le agrada arriesgar.
Me gusta mucho el personaje de la becaria, interpretada por Almudena Amor. Su progresión, sus matices, cómo avanza a lo largo de la trama. ¿Temes que alguien se pueda tomar tu visión como machista, como un tópico, precisamente por tratarse de una mujer?
El riesgo existe, sí, y puede que alguien lo malinterprete, como tú dices. Pero mis intenciones no iban por ahí, claro. Liliana, la becaria, se parece mucho a Blanco, y también es de buena cuna, como él. Blanco tiene un plan… y ella también. Una de las cosas que más me gustan de Almudena Amor es ese misterio que transmite con la mirada. Es muy inquietante.
Siguiendo con los personajes femeninos, me intriga el personaje de la mujer de Blanco, al que da vida Sonia Almarcha. De hecho, y por desgracia, es el más común en la sociedad: el que no se entera de nada.
Pues yo creo que sabe más de lo que aparenta, pero no le conviene que se entere su marido. Me encanta Sonia Almarcha porque da perfectamente la imagen de una mujer fuerte.
¿Juzgas a estos personajes y al resto, o solo los muestras, y que el espectador saque sus conclusiones?
No me corresponde a mí juzgarlos. El espectador tiene que entenderlos, incluso a los peores de ellos. Todos tenemos nuestras razones y explicaciones para actuar de la manera en la que actuamos.

Desde tu primer film, “Familia” (1996), hasta “El buen patrón”, ¿hay algún tema que predomine en tu filmografía? ¿Quizá, precisamente, la familia?
Sí, en “El buen patrón” se habla mucho de la familia. Al igual que me ocurre con la pintura, a mí en el cine me interesa más el retrato que el paisaje. Lo que más me apasiona es asomarme al interior de los personajes y hacer buenos retratos de ellos.
¿Te ves con posibilidades de pasar a la siguiente fase de los Óscar, o ni piensas en eso? Ya estuviste en la recta final con “Los lunes al sol”.
No lo sé, ¡es tan reciente nuestra clasificación para los Óscar! Ahora lo que más me preocupa es que “El buen patrón” tenga un buen estreno comercial. Tengo mucha fe en ella, y en lo que cuenta y en cómo lo cuenta. Y estoy muy satisfecho del trabajo de los actores: además de Javier, Almudena y Sonia, ahí están Manolo Solo, Celso Bugallo, Óscar de la Fuente, Fernando Albizu… Por otra parte, Javier es muy conocido en la industria americana y le tienen mucho cariño. Esto, sin duda, favorecerá la carrera hacia el Óscar.
Acaba la frase: de la pandemia saldremos más…
Saldremos más agotados. Es lo único que es objetivo. Yo creo que saldremos iguales que antes. El canalla seguirá siendo un canalla, y la buena persona seguirá siendo una buena persona.
Hemos hablado mucho de comedias, pero no olvidemos que este es el Año Berlanga. ¿Berlanga sigue siendo actual, actualísimo?
¡Berlanga! Es el cine que veía cuando estudiaba en la facultad, a los 18 o 19 años. Me gusta mucho su cine, de la misma manera que me gusta mucho la comedia social italiana de ese período, los años 50 y 60. Tanto las películas de Berlanga como las italianas tenían mucho humor y mala uva, pero, a su vez, desprendían mucha ternura. Las historias de Berlanga y Rafael Azcona son muy actuales, sí. El buen cine es el que no envejece y que te transmite, hoy mismo, tantas cosas como lo hacía 60 años atrás. No me interesa el cine coyuntural, ese cine político al que nos referíamos al principio de la entrevista. Desde que empecé a estudiar, tuve claro que las películas nos sobreviven a los que las hacemos, y es importante que, cuando ya no estemos, sigan teniendo un sentido.
Por cierto, hay un gran actor berlanguiano que también se encuentra en tu filmografía: Juan Luis Galiardo, el protagonista de “Familia”. De estar aún entre nosotros, yo veo a Galiardo como un perfecto Blanco.
Ja, ja, es verdad. ¡Juan Luis habría sido un Blanco ideal! Además, también tenía un Jaguar, como Blanco.
