Hará lo que haga falta para poder darle a su hija, ya no un futuro, sino simplemente un presente. Por eso acaba limpiando casas, un trabajo mal pagado y muy duro que además la hace sentir invisible, pasando horas en casas de otros pero al mismo tiempo sintiéndose como si no estuviera allí, porque para muchos es casi como si no existiera. Esta historia que cuenta la serie “Maid” (“La asistenta”), recién estrenada en Netflix, podría ser la historia de cualquier mujer de la limpieza, y la serie tiene en parte el objetivo de dar voz y hacer visibles los pensamientos que transcurren durante las horas en silencio fregando los recovecos de hogares ajenos. Pero al mismo tiempo parte de una elección inicial que para el que escribe no encaja con este propósito: la elección como protagonista de una mujer blanca y joven es, como mínimo, dudosa, teniendo en cuenta que lo más representativo si hablamos de mujeres de la limpieza habría sido una protagonista racializada y probablemente inmigrante, cuyas historias, además, no se suelen contar en televisión y necesitan visibilidad.

Pero ya se sabe que a la audiencia le cuesta conectar con personajes cuyo contexto sea tan distinto al propio porque lo perciben como algo que no va con ellos. La creadora de la serie “Orange Is the New Black”, la guionista Jenji Kohan, lo explicó de forma muy clara cuando dijo que su protagonista, una mujer joven, blanca y rubia, era un caballo de Troya para que el espectador pudiera entrar en la historia y así entrar en contacto con todas las otras mujeres “distintas” cuyas historias son las que, en realidad, eran importantes. “Orange Is the New Black” se basaba en una autobiografía escrita por Piper Chapman. Es también el caso de “Maid”, basada en el libro autobiográfico de Stephanie Land, que acabó trabajando como mujer de la limpieza tras escapar junto a su hija de un marido agresivo y quedando ambas en una situación de desamparo que es la que la serie toma como punto de partida. Esta huida también puede recordar a la de otra serie reciente de Netflix, la miniserie “Unorthodox”, que a su vez también estaba basada en otro libro autobiográfico y que también contaba la historia de una mujer encarcelada en una relación de pareja (además de un contexto específico).

Los guionistas de “Maid” ponen especial énfasis en el desamparo en el que se encuentra el personaje, mostrando como el sistema no facilita a la protagonista medios para salir de su situación. “¿Y por qué no denuncias a la policía?”, pregunta una funcionaria cuando ella le cuenta porqué ha tenido que huir de casa. “Y qué les digo, ¿que no me ha pegado?”, pregunta ella. La serie profundiza en la naturaleza de la relación abusiva que vivía el personaje y se explora el abuso psicológico constante y el miedo creado con gritos y amenazas cuando el personaje entra en contacto con otras mujeres que han vivido una situación similar. A través de ellas se da más variedad al retrato de la pobreza en Estados Unidos que va emergiendo tras esta historia, aunque sin llegar nunca a ser una serie coral, replegándose siempre sobre el personaje central. La actriz protagonista, Margaret Qualley (“The Leftovers”) consigue hacer suya una serie difícil que podría correr el riesgo de convertirse en la típica historia de telefilm de sobremesa, pero que logra salir de ese territorio gracias al buen trabajo de la intérprete, especialmente en las escenas que comparte junto a su madre en la vida real, Andie MacDowell, que interpreta a la madre de la protagonista, y de unos guionistas que saben dar suficiente anclaje y contexto social a la historia de una mujer para convertirla en la historia de muchas.
