Ojalá fuera ficción. Ojalá cada secuencia de la nueva serie documental de RTVE Play -que cuenta con la colaboración de 100 balas y The Mediapro Studio-, fuera una recreación de unos hechos que nunca existieron, que nunca tuvieron lugar durante décadas en España. Que todo fuera el escalofriante relato de una crueldad que jamás sucedió. Acabaríamos la serie preguntándonos qué mente macabra ha podido rodar algo así y seguiríamos con nuestra vida. Lamentablemente, lo que se cuenta en la serie documental ‘Edelweiss’, que se acaba de estrenar en la nueva plataforma digital, está sacado de la realidad. Durante más de dos horas -cuatro capítulos-, somos testigos del horror. De las violaciones de niños a manos de un desgraciado que nunca supo controlar su obsesión por tener sexo con menores, bajo la excusa de que, sólo si se sometían a ello, sobrevivirían al fin del mundo e irían a otro planeta, al planeta Delhaiss.
A ningún guionista le habría salido nunca una historia tan rocambolesca y aterradora a la vez: la creación de un club juvenil de montaña, compuesto por niños de 11 y 12 años, que se forman a base de entrenamientos paramilitares para sobrevivir al fin de la Tierra y seguir con vida en otro planeta, creyendo en la existencia de OVNIS y seres extraterrestres con los que es posible tener contacto. El líder, conocido como Príncipe Alain, es, sin ir más lejos, uno de ellos. Un extraterrestre, un mesías que va a salvarnos si hacemos todo lo que nos pide, especialmente prácticas sexuales cada vez que le venga en gana. Un pederasta manipulador que cometió decenas de violaciones, y que llegó incluso a ofrecer los niños a hombres de poder. Y al que nunca se le condenó lo suficiente por todo el dolor causado: fue condenado a 168 años de prisión, de los que cumplió solamente seis.

1970. Mientras Franco se hace con el control de las libertades de los españoles, Eduardo González Arenas, Eddie, somete a todos los niños que se le antojan. Empieza en Madrid, pero pronto su red se extiende a Alicante y Vigo, entre otras comunidades. Su secta se abre paso sin problema, año tras año, captando cada vez más niños, y bajo la completa ignorancia de sus familias, que sólo al final van a enterarse de lo que han vivido sus hijos. Y es que, lo que pasa en la secta de Edelweiss, se queda en Edelweiss. Una de las promesas que bajo ningún concepto puede romperse es hablar de los abusos sexuales que practican el líder y su mano derecha, Carlos de los Ríos (aunque no eran los únicos; había más monitores involucrados). Romper el código supone morir en la Tierra; no salvarse y perderse la vida en otro planeta. Debes llevarte el secreto a la tumba.
Carlos de los Ríos es uno de los testimonios más impactantes del documental -el primer original estrenado por RTVE Play-. Nos mira y nos cuenta cómo hacía de Eddie cuando el líder se ausentaba unos días. Ocupaba su lugar, en todos los sentidos, lo que suponía también, por descontado, violar a niños. Hay unas declaraciones suyas en el montaje que ponen los pelos de punta. Así justifica lo que pasaba en las casas y los locales que alquilaban para satisfacer sus deseos: «Violaciones no hubo nunca. Ni una sola, porque era una cosa muy normal. Querías hacerlo». Y añade la estocada final: «No tengo ningún sentimiento de culpabilidad. Ninguno. Esto no era un club de maricones y pederastas, no, señores, esto era una secta«. Este señor, que no se considera culpable y que habla de prácticas normales, abusó durante años de críos de 11 y 12 años. Niños a los que, aprovechándose de su inocencia, violaba sin problema.

Apoyan el desgarrador relato otras figuras que lo hacen aún más perverso. La serie, creada y dirigida por Eulogio Romero -y que podrá verse de forma gratuita en la plataforma-, cuenta con potentes testimonios, además del de Carlos de los Ríos y de algunos de los niños que fueron víctimas del abusador, y cuyas voces son estremecedoras. Escuchamos a Eduardo Bravo, experto en sectas, Perfecto Conde, uno de los periodistas de la revista ‘Interviú’ que más ha investigado Edelweiss, José A. Ávila, inspector del caso, y el psicólogo criminal Miguel Perlado. Cada entrevista nos acerca más al horror, a la mente psicópata de Eddie, un antiguo legionario fascinado con el nazismo que pedía a los niños defender tres conceptos: el amor, la justicia y la libertad. Tres conceptos que, curiosamente, él no profesaba. Ni les amaba, ni era justo con ellos ni les dejaba libres. Los tenía atados a una mentira con el único fin de abusar de ellos.
