Paco Caballero (Madrid, 1980) es un enamorado de la comedia, un entusiasta del humor como herramienta para poder contar, a menudo, cosas más serias y trascendentes. Lo vuelve a demostrar en la recién estrenada “Donde caben dos”, donde sitúa la acción en un club de intercambio de parejas, el Paradiso, que recibe la visita de un sinfín de curiosos y cachondos personajes en busca del placer desconocido, el cambio de paradigma, la fantasía reprimida, la libertad erótica y el absoluto riesgo. Del riesgo en lo sexual, pero también en lo amoroso. Hablamos con el director acerca de esta historia sin pelos en la lengua (¿o sí?), que protagonizan algunos de nuestros mejores actores cómicos.
“Donde caben dos” habla de sexo, de mucho sexo, pero, en realidad, ¿habla de amor?
Bueno, hay mucho amor, y se habla de lo difícil que es separar el sexo del amor. Si es que se puede desligar una cosa de la otra, claro. Bajo este envoltorio, se pasa del puro sexo a la comedia romántica.
O sea, el guion que has coescrito con Eric Navarro, Edu Sola y Daniel González tiene chicha, y no solo física. También hay chicha para pensar y repensarnos desde el patio de butacas. ¿Es un film marrano, pero no grosero?
Sí, sí, eso, marrano, pero no grosero. Me gustaría que el espectador que la vea en pareja, mire de reojo a su acompañante y le diga: “Esto… tú y yo, ¿qué? ¿Te apetecería ir a un club como el de Ana Milán y Carlos Cuevas en la peli? ¿Y abrir nuestra relación?”. Es una película que te invita a reflexionar desde la picardía. ¿Te atreverías a experimentar? Aunque, en un primer momento, te cagues de miedo.
Me gusta mucho la voz en off y su mensaje. Es como de Shakespeare: probad cosas, sed felices, enamoraos incluso.
Me encanta la referencia, porque me da un halo de intelectual, ja, ja. El mensaje es de fiesta. Que cada cual haga con su cuerpo lo que quiera, y que folle con quien desee. Que se ría todo, todo lo que pueda. Y que se haga realidad la Revolución Sexual. Pero siempre con cuidado. No olvidemos que estamos aún con la COVID.
Una vez, el director Bigas Luna (“Bilbao”, “Las edades de Lulú”, “Jamón, jamón”) me comentó que no le gustaba que la gente le dijera que se había masturbado después de ver una de sus películas. Si a alguien le ocurre esto mismo, después de ver “Donde caben dos”, y te lo cuenta, ¿tú qué le dirás?
Si alguien tiene ganas de tocarse con mi película, ¡adelante! Si el argumento le motiva eso, ¿por qué no? Todo lo que se pueda generar es un halago. Es mejor sacar lo que hay dentro que quedárselo.
¿Cómo se dirige a actores de comedia de primera categoría como los que tú tienes aquí? Por ejemplo, ¿no te produce un poco de pudor decirle a María León lo que tiene que hacer?
¡Es que soy un sinvergüenza! Así en general. Yo le echo mucha cara a todo. Me apasiona la comedia. La matemática de la comedia, con sus giros que te hacen reflexionar. En “Donde caben dos”, solo teníamos un objetivo: encontrar el tono. Por suerte, todos los actores y las actrices han venido muy desnudos, y me refiero al sentido espiritual, y me han dicho: “Haz con nosotros lo que quieras”. De todas formas, también les dejé muy libres para que la comedia surgiera de una manera orgánica.
Vamos a por el reparto. En la película está el huracán Aixa Villagrán, a la que recientemente hemos visto en la serie de Leticia Dolera “Vida perfecta” (Movistar+). Siempre me pregunto dónde la tenían escondida hasta ahora. Es una extraordinaria cómica.
No sé dónde la tenían encerrada. No sé si Aixa siempre ha sido este tipo de actriz, o lo que ha pasado es que ahora ella se ha visto muy cómoda en este sitio. Le encanta la comedia, ser payasa, y todo lo hace desde la naturalidad. Tiene una rareza que te hace reír. Cada vez que abre la boca, el público se carcajea. Todo el mundo conecta con ella.

Rodasteis durante la pandemia. Tratando el tema que trataba y con tantos actores en el set…, máxima precaución, ¿no?
Máxima precaución, sí. En el set, había la misma cantidad de tangas que de PCRs. Pese a que los personajes tenían que tocarse y besarse constantemente, no hubo problemas con la COVID. Y fue un rodaje muy festivo y, encima, en el mejor bar de Barcelona en ese momento, este Club Paradiso que hemos creado en la película.
Uno de los fragmentos más especiales: la pareja Álvaro Cervantes y Ricardo Gómez. Ahí os permitís el lujo de introducir el suspense, el misterio y la intriga, y aflojar el ritmo: no hay prisas, y lo que tenga que pasar, pasará dentro de bastante rato.
La de Álvaro y Ricardo era una historia muy complicada sobre el papel. Podía resultar, finalmente, muy oscura, y no ha sido así. Es el trozo más propio de comedia romántica. El mérito es de ellos dos. Tuvieron mucho feeling. Hablan y hablan, y, cuando se tocan, se tocan de verdad, y hacen subir la tensión de la situación. Están increíbles, encantadores, y casi sin moverse de ese pasillo y ese agujero en la pared.
Cambiemos de pareja: Miki Esparbé y Anna Castillo. Vaya lujo: juntarlos para hacer de primos.
Miki es un lujo en sí mismo. Llevo muchos años currando con él. Y con Anna me estreno aquí. Nos íbamos encontrando en diferentes sitios, fuera de los platós, y ella me pedía que la llamase para mi próximo proyecto. Llegó el momento, y me preguntó: “¿De qué va la peli?”. Y le contesté: “De un club de intercambio de parejas, y tendrías de compañero de reparto a Miki Esparbé”. Respuesta de Anna: “Pues ya estoy dentro”. Otro gustazo, Anna.

Está la historia del intercambio de parejas que recuerda a “Sentimental” (2020), de Cesc Gay. Los personajes de Luis Callejo, Pilar Castro, Ernesto Alterio y María Morales parecen vecinos de los de la cinta de Gay. O quizá son los mismos personajes de “Sentimental”, unos meses más tarde.
Me gusta pensar que algo de eso hay, incluso en el look de su casa. ¿Son ellos cuatro vecinos de Javier Cámara, Belén Cuesta, Alberto San Juan y Griselda Siciliani? Mmmmm…
En la trama de Raúl Arévalo, Verónica Echegui, Jorge Suquet y Melina Matthews has juntado a cuatro intérpretes muy distintos. Y la cosa fluye.
Sí, porque entre ellos son amigos y venían con esta confianza previa y muchas ganas de currar. Además, lo que decía antes: enseguida entendieron el tono. Ellos y ellas no están sueltos, sino lo siguiente. Y no importaba que hablasen todos a la vez y que se pisasen en los diálogos.
¿Y qué nos dices de la playlist, por llamarla de una manera moderna? Juntáis a Bambino con Suu, Rebe, La Habitación Roja, Tesa & La Prima, La Casa Azul o Novedades Carminha. Y el resultado es estupendo. Está muy integrado con las imágenes y las situaciones.
Soy muy amigo de la música y las canciones. La música eleva la película. Quería canciones en castellano, actuales y que acompañasen a los personajes. Lo trabajé mucho con la montadora. Todas las canciones que oímos nos llevan hasta “La Revolución Sexual” de La Casa Azul, del final. Hay artistas que no son muy conocidos, como Rebe, y hay que reconocer que su “Tócame el culo” es un temazo.
Has estrenado “Donde caben dos” poco después de que lo hiciera Fernando Colomo con “Poliamor para principantes”. Mismo tiempo y, más o menos, una misma temática. O una temática parecida a la tuya. Aunque Colomo lleva desde los años 70 y 80 hablando de sexo, de intercambio de parejas, de cambiar nuestras costumbres sentimentales y amatorias.
Sí, y, de hecho, yo empecé a hacer cine fascinado con las películas de los años 90 de Colomo. No he visto aún “Poliamor para principiantes”, pero creo que toca todo esto desde otra perspectiva, de una manera distinta. La tengo pendiente. Fernando siempre será modernísimo. Cuando la gente aún no se atrevía a decir ciertas cosas en el cine español, él ya estaba ahí, naturalizándolo todo.

Estás especializado en comedias. Has rodado series como “Bienvenidos a la familia” y “Citas”, en TV3, o “El vecino”, en Netflix. Y películas como “Perdiendo el este” (2019). Y pronto estrenarás, en Netflix, “Amor de madre”, con Carmen Machi y Quim Gutiérrez. ¿Dirigirías un drama?
Yo dirigiría todo lo que me remueva por dentro. Incluso una cinta de terror, siempre que pueda aportar algo al género. Soy coguionista de mis trabajos en cine y tele, y me gusta meter ahí mis vivencias. Soy muy feliz haciendo comedias, pero no me cierro a nada. ¿Qué tal, pues, una comedia de terror?
Vayamos a tu niñez, a bastante antes de que estudiaras cine y de instalarte en Barcelona. ¿Eras el gracioso de la clase?
Creo que sí. Bueno, a ratos. Sobre todo, yo era el conciliador de clase, esa figura que estaba entre los ‘losers’ y los más populares del cole. Estaba en medio.
Una encuesta: ¿Billy Wilder o Éric Rohmer?
Wilder. Todo Wilder. ¡Me has tocado a mi Dios! Él lo hacía todo tan bien, como Lubitsch. Ojalá me pareciera a ellos dos. Considero a Luis Callejo nuestro Jack Lemmon. A mí me gustan las comedias francesas, sí, pero más comerciales que las que hacía Rohmer. Son para quitarse el sombrero.
¿Berlanga siempre?
Todo el rato. Te contaré una anécdota. Buscábamos un nombre para mi instituto en Coslada, y yo estaba a favor de que se llamase Miguel Induráin. ¿Luis García Berlanga? ¡Ni de coña! Para que supiéramos quién era Berlanga, nos pusieron “¡Bienvenido, Míster Marshall!” (1953) en clase, pero yo ese día hice pellas. Llega el día en que se coloca la placa con el nombre de Berlanga y, mientras, yo estoy en la cafetería del instituto comiéndome un bocadillo. En ese momento, se me acerca un señor con la barba blanca, y me pregunta: “¿Y tú por qué no estás en clase?”. Y le respondo: “Pues porque estoy en contra de que el Instituto se llame Luis García Berlanga. Nos han engañado. Nadie conoce a Berlanga”. ¡Pues ese señor era Berlanga! ¡Qué cabrón! Al poco, vi “El verdugo” (1963), y ya me convertí en fan absoluto de Berlanga. Ahora me gustaría rodar esa cuarta parte de su saga “Nacional” de la que acaban de encontrar el guion. Cómo han cambiado las cosas…

Has rodado varios cortometrajes con mucho éxito, pero uno de ellos ha dado la vuelta al mundo, o casi: “What Is Love” (2019). ¿Cuál es el secreto de su magia? Además, teniendo en cuenta que los cortos tienen una visibilidad y una presencia en medios y festivales limitada.
No lo sé. Cuando escribo algo, nunca estoy en posesión de la receta mágica del éxito. Intento estar despierto y hacer algo que conecte con el público, y ya está. Lo que ocurra después… Una de las claves de su buena aceptación es la pareja formada por Verónica Echegui y Miki Esparbé. Miki es mi álter ego, en alto y guapo. “What Is Love” es un corto que toca temas muy normales, y quizá ahí también esté parte de su triunfo.
Otra de tus estrellas favoritas, Betsy Túrnez, no está, sin embargo, en el larguísimo reparto de “Donde caben dos”. ¿Qué pasó?
Ay, ¡no se puede tener todo en la vida! Espero que sí esté en mis próximos proyectos. Betsy es una de las mejores actrices del panorama actual. Es maravillosa y tiene mucha ternura. Una chica con un gran talento.
Punto y final: ¿cómo te autodefines como cineasta?
Yo soy el Señor Lobo del cine: un solucionador de problemas, que está en todas partes. Soy un tipo muy cercano que, en los rodajes, quiere estar cerca del equipo, de los actores y hasta de los figurantes, para asombro de los propios figurantes. Alguno de ellos me ha llegado a preguntar: “¿Pero tú no eres el director? ¿Qué haces aquí con nosotros?”. Además, una vez acabada la filmación, me gusta dar las gracias a todo el mundo. Como creador, soy un hombre que explica cosas para que la gente las entienda, que no sean raras. Y así empatizan con ellas.
