Netflix estrena el próximo 23 de junio “El caso Wanninkhof-Carabantes” (Murder by the coast), producida por Brutalmedia, dirigida por Tània Balló y con un arduo trabajo de archivo de Lisa Berger. Y es que en el género del true crime, la gestión de la documentación es clave para su calidad.
Se trata de la primera película documental que revisa, 20 años después, todo lo que ocurrió tras el asesinato de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes. Con la objetividad que otorga el tiempo y aún más, el conocer el desenlace de tales crímenes.
Una historia que llega en el mejor momento para una sociedad que está abriendo los ojos y haciendo autocrítica, tanto por el machismo que lastramos, como por el mea culpa de los medios y las “injusticias” de una justicia que a veces no ha estado a la altura.
Todo eso encontramos en este documental (de una sola entrega) en el que, al fin y al cabo, lo que cuenta es: cómo un solo hombre puede torcer la vida de cientos de mujeres.
No es el caso Wanninkhof-Carabantes, es el caso Tony Alexander King
Y es que, a día de hoy, aún se ponen los nombres de las mujeres en los crímenes de los que han sido víctimas, pero cuando se resuelven sería de mucha más ayuda cambiarlos a los de sus verdugos. Porque si hubiera sido así, quizás ni existiría este caso.
Tony Alexander King estranguló hasta matar a decenas de mujeres en Londres. Ingresó en prisión 10 años y al salir, a los tres meses volvió a hacerlo. Entró y salió de nuevo para reincidir y fugarse a España. No sin antes casarse con una mujer que no sabía quién era (porque allí le llamaban el “estrangulador de Holloway”) y tener una hija con ella.
Ya en España, él continuó asesinando: primero a Rocío Wanninkhof y después a Sonia Carabantes (que se conozcan). Hasta que finalmente le pillaron. Le pusieron nombre y aún sigue en la cárcel (hasta 2033). ¿Pero qué hubiera pasado si desde el principio su nombre hubiera trascendido como criminal internacional y hubiéramos podido detectarlo rápidamente?
Las mujeres que superaron a la justicia y a la policía
La cuestión es que cuando te sientas a ver el documental, la visión crítica es constante porque sabemos lo que ocurrió y nos maldecimos por todo ello.
Desde que los cuerpos de seguridad iniciaron la investigación para dar con el culpable del asesinato de Wanninkhof, se centraron en una única línea: la que apuntaba a Dolores Vázquez. La expareja de la madre que podía estar dolida con la joven por no ver con buenos ojos su relación. Eso les valió como móvil del crimen y la encerraron en la cárcel. Sin pruebas, sin que el ADN coincidiera con el de ella, sin que el pelo encontrado fuera el suyo. Solo porque era una “mujer que no caía bien, que no era agradable, no era simpática y era lesbiana en 1999”. Pasó 519 días en prisión.
Hasta que encontraron el cuerpo de Carabantes en mejor estado y extrajeron más pruebas gracias a que ella se defendió. La sangre, el pelo y un cigarro encontrado en la escena del crimen coincidía con el anterior y ahí todo cambió. (Es el minuto 34 de la película que te pone los pelos de punta).
La policía tampoco dio con Tony King hasta que su exmujer llamó y le señaló como posible culpable. Su testimonio es uno de los grandes aciertos del documental. Sin ella, nunca habrían dado con él. Sin que Sonia se defendiera tampoco. Y es que el documental demuestra que fueron las propias mujeres las que se ayudaron y resolvieron el crimen. Porque la policía y la justicia no solo habían errado en su trabajo sino que habían señalado a otra de ellas como culpable.

El documental perfecto para la autocrítica
Llevamos años detectando los síntomas de una sociedad enferma de machismo que intentamos curar. Vamos poco a poco, pero con documentales como este podemos señalar mejor aquello en lo que nos equivocamos: la policía al conformarse con una sola línea de investigación; los medios al alimentar un relato falso; y la justicia, por sentenciar sin lo necesario para hacerlo. Empecemos tomar cartas en el asunto, porque Dolores Vázquez salió de la cárcel pero su vida se truncó. Como la de Rocío, Sonia y sus madres. Como la de la propia exmujer de King y las decenas de mujeres a las que atacó en Inglaterra.
Seguimos siendo víctimas de violencia y, aunque este documental demuestra que con sororidad podemos frenar algo, con la ayuda de toda la sociedad acabaríamos por completo.
