“Maricón perdido” es la nueva serie original de TNT, producida por El Terrat (THE MEDIAPRO STUDIO) para WarnerMedia. Su protagonista es Roberto Enríquez, nombre real de Bob Pop (Madrid, 1971), el creador de esta serie de seis capítulos de media hora. Hablamos con Bob Pop sobre esta historia: la de un joven que deja el pueblo, se desengancha de su estrafalaria y poco sensible madre (Candela Peña), y descubre, emocionado, los encantos y desencantos de la gran ciudad. Y también encuentra y da rienda suelta a su propia voz como escritor, mirando al pasado sin ira, y con humor, fantasía y canciones. Porque “Maricón perdido”, que se estrena el 18 de junio, no es un ajuste de cuentas, sino todo lo contrario: es una carta de amor a los que, como Roberto, se encontraron, se encuentran o se encontrarán con muchas dificultades para ser feliz y poder salir de las tinieblas. Pero que, al igual que Bob Pop, lo lograrán.
¿Acabáis de volver del Festival de Málaga? ¿Cómo fue este primer contacto de “Maricón perdido” con el público?
Muy bien, fue una súper experiencia verla en una pantalla grande, después de hacerlo unas 500 veces en unas más pequeñas durante la posproducción. Y fue espectacular el cariño del público, joder. Me sentí un poco como Rosa de España.
«¿No te da pudor exponerte tanto?», te pregunta Almodóvar en la propia serie.
El pudor me parece una barrera que evita la proximidad, el acercamiento, mostrarme como soy. ¡Me pasé tanto tiempo escondiéndome!
¿“Maricón perdido” es aprobar una asignatura pendiente, es un hacer las paces con el pasado, es una fiesta?
Es todo eso. Más que hacer las paces con el pasado, lo que hago es ordenarlo. Y contarme bien. Explicar lo que, en ese momento, estaba en mi cabeza. Es un acto de justicia poética. Y es que, al final, puedes elaborar una bonita figura de Lladró con grandes cantidades de mierda.
La serie está repleta de referencias literarias y cinematográficas. Repasémoslas y también usemos otras para esta entrevista: ¿tú estás mirando hacia atrás con ira?
Sin ninguna ira, ninguna revancha, ningún ajuste de cuentas. Solo está la maravillosa oportunidad de explicarme a los demás, como de hecho, llevo haciendo toda mi vida profesional a través de mis colaboraciones en los medios o en mis libros.
Los números musicales son muy importantes.
De joven, una manera que mi cabeza tenía de escapar de las situaciones más peligrosas era creando videoclips mentales. Por mucha literatura que tengas en tu vida, por muchos libros que hayas leído, al final, lo más importante es la música pop.
Y ahí entran, por ejemplo, los Pecos, que incluso aparecen en una escena. ¿Una secuencia real, inventada, inspirada en hechos reales? Por cierto, ¿cuál es tu canción favorita de Pedro y Javier Herrero, los Pecos?
Me gusta muchísimo “Háblame de ti”, porque es un canto de expresión adolescente muy importante. Es cierto que Pedro y Javier eran mis vecinos en el pueblo, pero mi madre no me dejaba molestarles, o sea que no existió ese encuentro mío con ellos. Lo que sí es verdad es que sus fans, apostadas delante de su puerta, se convirtieron en mis amigas postizas y yo ejercí una especie de poder sobre ellas.
¿“Maricón perdido” es una reflexión sobre los mecanismos de la ficción, de la narración?
Sí, aunque suene un poco presuntuoso. Habla de cómo nos contamos, de cómo reelaboramos el pasado. Es un reconocimiento a la suerte de tener una voz propia que pueda llegar a los demás, que, en este caso, ha sido gracias al apoyo y confianza de El Terrat y TNT.

¿Es cierto que ver en un cine “¿Qué he hecho yo para merecer esto!” (1984), de Pedro Almodóvar, te cambió la vida?
Es completamente real, me cambió la vida. Fue en el mismo cine del pueblo donde acostumbraba a ver pelis tipo “Rambo”. La vi yo solo en la sala, y fue un mazazo. Me dije: “Yo quiero hacer esto que hace Almodóvar, que es mezclar comedia y drama”. A lo largo de los años he vuelto a ver la película y no deja de fascinarme. Además, de pequeño hubo partes de ella que no me interesaron o que no entendí, como todo lo relacionado con los personajes de Gonzalo Suárez, Amparo Soler Leal, Emilio Gutiérrez Caba o Katia Loritz, y ahora me encantan. Tengo muchas deudas con “¿Qué he hecho yo para merecer esto!” y con el cine de Almodóvar en general.
Vamos con los personajes centrales de “Maricón perdido”, con esos que rodean a Roberto. Primero, esa madre extravagante, chillona y gélida interpretada por Candela Peña. Una madre que… ¿no se daba cuenta de que su hijo era homosexual?
Ella no se daba por aludida. Cuando, a cierta edad, le dije que ya estaba viviendo con mi novio, me contestó: “Pero qué mal gusto tienes, Roberto”. Tener a Candela Peña como madre en la ficción ha sido mucho mejor que la realidad. ¡Cómo ha construido el personaje, por dentro y por fuera! Candela se tomó este proyecto con mucho cariño y entusiasmo.
¿Tu madre aún vive?
Sí, pero vive ajena a todo lo que hago. De hecho, no sabe muy bien lo que hago. Hace mucho tiempo que no la veo, y solo hablamos de vez en cuando por teléfono.
Carlos Bardem da vida a un padre al que oímos, sí, pero al que nunca le vemos la cara. ¿Por qué?
Ha sido mi manera de borrar a mi padre y de borrar el patriarcado en general. Tengo que agradecerle a Carlos que accediera a participar en la serie en estas circunstancias. Y él consigue, sin mostrar su rostro, transmitirlo todo.
Y por fin llega el personaje más positivo: ese abuelo encarnado, magistralmente, por Miguel Rellán. Un abuelo que no solo quiere a Roberto, sino que le inicia en la lectura de los clásicos, semilla de su futura carrera como escritor.
Mi relación con mi abuelo era maravillosa, y él sí sabía que yo era marica, desde que era pequeño. También tuve muy buena relación con mi abuela, que no sale en la historia. ¡Ella era un personajazo! Mi abuelo me dio mis primeros libros, unos libros en los que empecé a reconocerme. Eran obras de Federico García Lorca, Truman Capote, Oscar Wilde… La única foto que tengo en mi escritorio es la de mi abuelo. Y cada vez que publico algo pienso en él. Miguel Rellán es un genio. ¡Aprendes tanto a su lado! Y transmite bondad.

“Maricón perdido” también tiene ingredientes de relato de aventuras, con unos fuertes referentes literarios: Roberto tiene algo de Pinocho, de Casanova o del joven Törless.
Pues está muy bien visto. Es el viaje iniciático de un héroe raro a la búsqueda de sí mismo. Y este héroe raro va encontrando a una serie de gente que le va conformando hasta hacerlo tal y como es ahora.
Pinocho tenía un Pepito Grillo. ¿Tu Pepito Grillo para tirar adelante “Maricón perdido” ha sido Berto Romero?
Completamente. Berto fue el primer lector del guion, y quien me dijo qué funcionaba y qué no. Si ya iba bien o si podía ir mejor por otro lado… Él y el guionista Enric Pardo me permitieron atreverme a contar todo esto en formato de serie. Enric dice que él no hizo nada, que únicamente fue la pluma de esta historia.
En uno de los capítulos, Roberto, que ya comienza a ser popular como escritor, vuelve al pueblo junto al personaje que interpreta Ramon Pujol. ¿Tú has regresado al pueblo?
No, no lo he hecho, ni lo haré. Hay temas que se solucionan mejor en la ficción. Seguramente, la realidad me decepcionaría.
Sería una manera de reencontrarte, ya mayores, con aquellos y aquellas que te hicieron bullying, que te llamaron maricón y gordo. Aunque, como suele suceder, los ex acosadores nunca reconocen que lo fueron, o ponen como excusa que solo eran niños, que eran juegos.
Efectivamente, ellos tienen una manera de ver esos tiempos y todo lo que me hicieron, y yo, la mía. Quizá para ellos era ‘solo’ un juego de niños. Lo que la serie cuenta es que las heridas no cicatrizan nunca, y que tú lo que haces es esquivarlas. Y es lo que he hecho en “Maricón perdido”, además de mis muchos años de terapia.
¿Es un peldaño más para la recuperación de la felicidad, o hace tiempo que eres feliz?
Hace tiempo que soy feliz, porque tengo a mi lado gente que me quiere. En cualquier caso, la serie sí que es un paso más hacia mi reconciliación con mi vida.
Los espectadores, ¿reirán o llorarán más?
Pues depende del caso. Yo espero que lloren y rían a la vez.

Cada vez que el tierno, inexperto e ilusionado Roberto se dispone a ligar en saunas o en zonas de cruising, sufres como espectador. Y piensas que esto no acabará bien, que le harán daño físico y mental.
Pero ya ves que, en la serie, no sucede así siempre. Lo que sí he querido es huir de ciertos clichés del cine de temática gay, donde el marica, inevitablemente, acababa sufriendo el castigo divino. He querido darle un final feliz a Roberto. Los maricas tenemos derecho a un final feliz. No hay que pagar ningún precio para la redención de nuestros pecados.
Seis capítulos de media hora cada uno. ¿La duración ideal?
Era lo que me salía, para hacer una serie aparentemente ligera, pero densa. He trabajado muy a gusto con TNT, que son personas con mucho criterio, y no me he sentido castrado como autor, sino todo lo contrario. Los señores que mandan saben más que yo de televisión, y ahí incluyo también a Andreu Buenafuente y a El Terrat, por supuesto.
¿Estás preparado para recibir mensajes y más mensajes en las redes de chicos y chicas que se habrán identificado con Roberto, y a los que habrás ayudado con “Maricón perdido”?
Pues no estoy preparado, pero los recibiré con mucho amor. Y espero estar a la altura.
Creo que es peor, y mucho más despectivo, lo de ‘perdido’ que lo de ‘maricón’. Quienes añadían el adjetivo ‘perdido’ a la palabra ‘maricón’ os estaban condenando a no encontraros jamás a vosotros mismos. Y a no ser aceptados nunca por la sociedad.
Y de aquí la importancia de la búsqueda de uno mismo. Sí, la serie trata el tema de ser maricón y, encima, estar perdido. Al añadir lo de ‘perdido’, te consideraban alguien no recuperable. Que la serie se titule “Maricón perdido” es una apuesta por la radicalidad, y una advertencia y constatación: a mí, que me dejen estar perdido. Estoy muy bien así.
¿Un repaso al resto de los personajes? Por ejemplo, Carlos, el amigo heterosexual del cole. ¿El Carlos real se ha podido ver en la ficción?
No, aún no se ha visto. Hace poco me escribió y tengo ganas de verle antes de que se estrene el día 18. Espero que entienda lo agradecido que le estoy, porque yo reivindico esos compañeros de viaje heteros. Fui injusto con él y me apetece darle las gracias. Otra compañera de viaje maravillosa, ya en la segunda etapa de la vida de Roberto, es la que interpreta Alba Flores (Lola). Me habría gustado que Alba tuviese más escenas. Otro personaje básico es La Chon (Berta Cascante): está en la infancia de Roberto y, luego, se reencuentran en la ciudad en una situación muy comprometida, aunque, en la pantalla, no es ni la mitad de fuerte de lo que fue realmente. Se puede decir que La Chon me salvó la vida nada más llegar a Madrid y, con su acto, alcanzó cierta redención. Pero, si te fijas, cuando La Chon está con El Rata (Javier Bódalo) en el pueblo, ya hace algo para proteger a Roberto. Y no me gustaría olvidarme de María Romanillos (Bea) o de Ramon Pujol, que es un actor extraordinario al que le auguro un gran futuro.

El mismo gran futuro que se le intuye a los dos Robertos de “Maricón perdido”: a Gabriel Sánchez, que es el Roberto adolescente, y a Carlos González, el Roberto adulto. ¿Fue difícil que encontrasen un mismo tono a la hora de interpretarte?
Sí que costó, pero había una cosa que ya estaba ahí: enseguida encontraron mi mirada. Que tuvieran o no un parecido físico conmigo era lo de menos. Yo no quería que Gabriel y Carlos me imitasen. Y tampoco pude enseñarles fotos mías de joven. No tengo imágenes de mi infancia. Pero les conté todo, y han aportado a Roberto cosas muy bonitas.
¿Hay alguien que todavía te llame Roberto?
Mi madre y algunos amigos. Y, de hecho, me gusta que lo hagan.
Hablando de amigas, ¿Isabel Coixet ha visto ya la serie?
Ha visto el primer capítulo, y me ha dicho que le ha gustado. En “Maricón perdido”, que ha dirigido estupendamente Alejandro Marín, hay mucho de la sensibilidad de Isabel. Ella forma parte de mi educación sentimental y cultural, y siempre ha sido de las primeras en leer mis libros.
¿Y habrá segunda parte?
No lo sé. Depende. Es algo que no me genera ninguna ansiedad. Si la hay, podré trabajar más con Candela, con Ramon, con Alba…
