A ojos de alguien acostumbrado a ver películas de asesinatos, donde un policía o un detective, como en este caso, debe resolver un crimen, la miniserie estadounidense ‘Mare of Easttown‘, que se ha llevado las mejores palabras de la crítica, puede resultar, a primera vista, una serie policíaca más. Hay un asesinato, en un pueblo pequeño, donde todos se conocen, y una detective dedica todo su tiempo y esfuerzo a encontrar al asesino. El argumento lo hemos visto en infinidad de ocasiones. Nos suena a viejo. Nos recuerda al típico sheriff del condado que, rodeado de sospechosos, intenta atar cabos y descubrir al malo. La diferencia, en el caso de esta serie de 7 capítulos de HBO, es que el policía es una mujer, y aquí… el feminismo se impone.

Vemos a una mujer de 45 años, independiente, que, aparentemente, no necesita a nadie para llevar su vida, y cuya pasión es su trabajo. Se nos muestra a una detective que bebe cerveza –la icónica botella verde de Rolling Rock aparece en incontables planos–, viste sudadera la mayor parte del tiempo, lleva una cola baja, apenas va maquillada y ni mucho menos es ama de casa. Lo novedoso de ‘Mare of Easttown‘ es cómo se rompen los roles. La actriz Kate Winslet interpreta a Mare, una detective de Easttown, un pueblo de Pensilvania, que carga con una gran mochila por lo que ha vivido, pero que, a pesar de todo, tira adelante y se centra en lo que mejor sabe hacer: trabajar. Es buena en lo suyo y, a la vez, el trabajo le sirve de distracción de sus fantasmas. 

Son justamente esas características las que la hacen más real. No hay filtros ni apariencias. Su naturalidad es lo que nos acerca a ella. No hay zapatos de tacón ni sombra de color en los ojos. No hay joyas. No hay pompa. Hasta el punto de que la actriz –que también es productora de la serie– pide que en los carteles promocionales no se le quiten las patas de gallo («sé cuántas tengo», dice) y que, en una escena de sexo con su compañero, el actor Guy Pearce (imposible olvidarse de la gran ‘Memento’), exige que no se le rebaje la barriga que se le ve. Estamos viendo a alguien como nosotros, con sus arrugas de expresión y sus curvas, sus defectos, y eso llena de personalidad a la protagonista y nos aproxima a ella. Hace que sea humana, como nosotros.

La miniserie, creada por Brad Ingelsby y dirigida por Craig Zobel –y que ya se perfila como una de las series del año– abre debates peliagudos como los abusos sexuales en la Iglesia, el incesto, la violación o el suicidio; todos ellos temas sumamente complejos, con los que se corre el riesgo de caer en el sensacionalismo y el morbo. La producción, sin embargo, los afronta de cara y, en el caso del suicidio, lanza un mensaje útil al espectador: vacía tu mochila. No dejes que tu pasado, tus miedos, aquello que te atormenta acabe contigo. Es importante hacerle frente y pedir ayuda: ir a un psicólogo, hacer terapia. A veces no somos conscientes de cómo nuestra mente puede arrastrarnos hacia el pozo más profundo, llevarnos a un estado depresivo crónico, y es importante saber salir de ahí… a tiempo. Ahora que los intentos de suicidio de los jóvenes se han disparado, es más conveniente que nunca abrir este debate.  

Ahora bien: no todo es drama en la vida de Mare. Hay dos actores que se encargan de poner la nota de humor a la tragedia: su madre, interpretada por Jean Smart (‘Watchmen’), y su compañero de trabajo, Evan Peters (‘X-Men’, ‘WandaVision’), con quien pasa del odio al cariño a medida que van conociéndose. Pero si hay alguien que destaca por encima de cualquiera es ella. Ganadora de un Premio Óscar, cuatro Globos de Oro, tres Premios Bafta, tres Premios del Sindicato de Actores, un Premio de la Crítica Cinematográfica, un Premio Emmy y un Premio Grammy, Kate Winslet podría llevarse, sin lugar a dudas, otro reconocimiento por su gran trabajo en esta miniserie, como la auténtica –y sin retoques– Mare de Easttown.

Bárbara Padilla
Bárbara Padilla. Colaboradora en la sección de Series de ‘La Vanguardia’. Redactora y Locutora de Informativos en RAC1. Periodista desde 2007 en el área de Barcelona. Aficionada al cine desde que tiene uso de razón y a las series desde el boom de Netflix.