“Los lazos de sangre no crean una familia, solo parientes. La familia la forman aquellas personas con las que compartimos lo bueno, lo malo y lo feo y nos seguimos queriendo al final. Son las personas a las que hemos elegido”. Esta frase del fallecido Hector Xtravaganza, icono del voguing y activista LGTBQ+, resume a la perfección todo lo que la serie ‘Pose’ (2018-2021) pretende y que, en sus tres temporadas, ha conseguido mostrar: un merecido reconocimiento a la cultura ballroom, un drama familiar donde un grupo de personas marginadas por la sociedad se une para formar su propio hogar y una celebración de la vida desde la diversidad y la diferencia.
Por partes, el voguing es una forma de expresión que combina los desfiles y las batallas de baile, surgida en Estados Unidos dentro de las comunidades afrodescendientes y latinas queer como una respuesta a la exclusión. Estos glamurosos certámenes ofrecían a sus concursantes, en su mayoría transgénero o gay, la posibilidad de hacer sus sueños realidad. Para muestra, las fantásticas categorías en las que compiten: mejor cuerpo femenino para un imitador, belleza natural, Revolución francesa, hombre de negocios, desfile militar o simplemente lúcete.

Aunque sus orígenes se remontan a los años 20, su verdadera explosión se produjo en el Nueva York de los años 80, época en la que está ambientada la primera temporada de ‘Pose’. El prolífico Ryan Murphy, creador de series como ‘American Horror Story’ o ‘American Crime Story’, sumerge a los espectadores en este fascinante mundo a través de un drama familiar donde los protagonistas son un joven gay repudiado por sus padres que sueña con ser una estrella de la danza, una mujer transexual que acaba de recibir un devastador diagnóstico de VIH y otra mujer trans dedicada a la prostitución. Es decir, un trío de personas repudiadas por el sistema que forma su propia familia en una de las casas que les daban cobijo y organizaban estos balls.
Desde ahí, la serie aborda la crisis del sida, una plaga negada por las administraciones públicas que obliga al colectivo a organizarse y luchar por sus derechos. Como muestra la segunda temporada, este activismo confiere al voguing una nueva capa de reivindicación política sin olvidar nunca su espíritu lúdico. Porque todos y cada uno de los capítulos de ‘Pose’ recrean estas alucinantes fiestas y sus muchos referentes: desde las poses, de ahí el título de la serie, de las revistas de moda y el elitista imaginario del modelaje y la alta costura, a los jeroglíficos egipcios, las artes marciales asiáticas, el afrofuturismo, el ballet o el break dance.
Como buen melodrama, la serie no duda a la hora de explotar las emociones de los espectadores para lograr que empaticen con el devenir de sus personajes, cuyas vidas navegan entre estas inspiradoras (y a veces feroces) competiciones y decenas de funerales de amigos víctimas del sida. Por el camino, tratan de empoderarse, haciéndose un hueco en el mundo laboral como bailarines, modelos o haciendo manicuras. Descubren el amor y reconocen que tienen derecho a disfrutarlo. Pero también sufren el rechazo, el odio y la violencia.
Aunque a veces pueda pecar de lacrimógena, ‘Pose’ refleja desde el respeto y la integración una cultura minoritaria que pasó a ser mainstream gracias, en buena parte, al apropiacionismo de Madonna. En favor de la serie de FX cabe recordar que detrás de las cámaras cuenta con varios guionistas, productores y directores trans, además de algunos iconos del voguing. Y delante ha puesto al mayor elenco trans de la historia de la televisión estadounidense hasta entonces con las actrices MJ Rodriguez, Indya Moore, Dominique Jackson, Hailie Sahar y Angelica Ross como protagonistas.
El 3 de mayo HBO España estrena la tercera y última temporada de ‘Pose’, un broche final que promete cerrar por todo lo alto este relato sobre el amor, la familia y la supervivencia. “Por fin permitiremos a los personajes explorar lo que significa tener todas las cosas que habían demandado que querían en la primera temporada”, aseguró Steven Canals, cocreador de la ficción junto a Murphy, a la revista Variety. La despedida, igual que toda la serie, se antoja tan agridulce como optimista en este canto al derecho de todos, sea cual sea su raza, clase, género, identidad u orientación sexual, a vivir libres e iguales.
