Al frente de la serie “Nadie al volante” desde el pasado 1 de marzo, Patricia Conde (Valladolid, 1979) vuelve a demostrar en ella su facilidad para la comedia. Hablamos con la actriz sobre esta producción original de Movistar+ en colaboración con Globomedia (THE MEDIAPRO STUDIO), que reproduce el día a día de un programa de televisión que acoge a diferentes invitados. Conde, que interpreta a la directora y presentadora del programa, repasa en esta entrevista su imparable y variada carrera, valora el decisivo papel que su familia ha tenido en su vida y se reconoce como una gran tímida.
Después de tantos años en la televisión, ¿te sorprendió un proyecto como “Nadie al volante”?
Lo que sí me sorprendió es que Movistar+ lo fichara con tanta rapidez. Ten en cuenta que ya conocía la serie desde hace tiempo, que ya estaba inmersa en “Nadie al volante” desde mucho antes de que empezara a rodarse. Ha sido la primera vez que he estado en un proyecto desde la fase de creación.
¿Es una serie dirigida por Ángel Cotobal, basada en hechos reales, aunque convenientemente ficcionados, distorsionados y llevados hacia la risa? En este sentido, estás muy bien acompañada de cracks del humor como Mireia Portas, Esteban Navarro, Rebeca Plaza e Ismael Fritschi.
No dejamos de contar lo que pasa en una redacción de un programa de tele, y yo interpreto a una directora y presentadora basada en historias y en anécdotas que incluso he vivido realmente. Por ejemplo, el tema de la censura y de los chistes que puedes o no puedes hacer. En el capítulo con Irene Villa hablamos de los límites del humor. Es un gran tema, el de los ofendidos y el de los opinólogos que se indignan con todo. Es algo nuevo. No estábamos acostumbrados a esta reciente corriente de censura que ha provocado incidentes muy desagradables a algunos compañeros. Al final, importan más una colección de tuits que lo que diga un juez. Por otra parte, en “Nadie al volante” se habla de asuntos más divertidos como son los caprichos y las rarezas de los invitados a los programas. Y es que hay cada uno…
Por “Nadie al volante” ya han pasado Mariló Montero, Carlos Sobera, Bárbara Rey, Miguel Maldonado, Anna Simón, Twin Melody, Irene Villa, Jaime Cantizano y Susi Caramelo.
Y ya los conocía a casi todos, menos a las Twin Melody. De hecho, tuvimos que buscar quiénes eran. Lo interesante es este contraste entre algunos invitados de cierta edad y dos chicas tan jóvenes como las Twin Melody. Carlos Sobera es amigo desde hace años. Es muy majete, un buen tío y un gran compañero. A Susi Caramelo le tengo mucho cariño. Y Mariló Montero estuvo muy a favor de obra, sin ningún problema para reírse de sí misma. Reírse de uno mismo es terapéutico. El humor es un mecanismo de defensa, una manera de ver la vida.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías esta facilidad para la comedia, para hacer reír a los demás, para provocar buen rollo y disipar la tristeza? ¿Ya de niña?
Creo que los que nos dedicamos al humor profesionalmente lo llevamos en los genes. De pequeña, no te das aún cuenta, pero eso está ahí. Está el origen de tu carrera, de un futuro que quizá no te llevará a ser astronauta. Yo era la que imitaba a la profesora y la que siempre estaba en el despacho del director. Y la que contaba cuatro chistes mientras comíamos en casa, y mis padres se partían de risa. Hay que recordar que muchos de nosotros somos unos grandes tímidos, y que no nos da vergüenza disfrazarnos de otros personajes, pero, luego, en la intimidad, en círculos más pequeños, somos más cortados, reservados y prudentes. Yo me escondo detrás de un guion.
Aparte de presentar infinidad de programas, como el mítico “Sé lo que hicisteis…” (laSexta) o “Wifileaks” (#0/Movistar+), en ambos con tu compinche Ángel Martín, has participado en muchas series, como “BuenAgente” (laSexta) o “Gym Tony” (Cuatro), pero tengo debilidad por esa Brigitte Bardot a la que diste vida en “Velvet Colección” (Movistar+).
Me alegro, y eso que competía para este papel con una actriz francesa. ¡Qué nervios hasta que lo conseguí! Por esa época, me iba de viaje a las Maldivas, pero decidí anularlo. Las Maldivas siempre estarán ahí. Y Brigitte Bardot, no. Me sentí muy halagada de interpretar a una actriz tan mítica, tan icónica. Y, de paso, rescaté mis clases de francés. Seguro que mi profesora de francés se sintió orgullosa de mí.
Perfeccionista y disciplinada, ¿son dos adjetivos que te definirían?
Bueno, dentro del perfeccionismo también puede haber un poco de caos. En el terreno físico, sí me gusta ir impecable, aunque sea con unos vaqueros o una sudadera. ¡Pero siempre bien peinada, limpia y oliendo bien! Es cierto que me gusta hacer bien mi trabajo y perfectamente coordinada con mis compañeros. No hay que olvidar que tengo una disciplina militar que me viene de familia. El hecho de proceder de una familia de militares me ha dado, por ejemplo, un gran control mental, que es básico a la hora de decir tu texto, de soltar una sonrisa a tiempo y de hacer tu parte del show. Soy más disciplinada que perfeccionista, pero, de hecho, una cosa lleva a la otra. La comedia es una cosa muy seria, y tiene su técnica y su tempo. Es muy complicada, mucho más que el drama.

¿Estás de acuerdo, entonces, de que, dentro de todo gran cómico, hay un gran actor dramático?
¡Por supuesto!
¿Le faltan horas a tu día?
Como a todo el mundo. Lo que sí tengo claro es que, a partir de las cinco, cuando recojo al niño del cole, se acaba mi jornada laboral y me dedico a él: fútbol, baño, cena, lo que sea. También vemos juntos series y pelis. Por suerte, he podido compaginar mi profesión con tener tiempo y calidad de vida para dedicárselos a mi hijo. No hago mucho deporte, pero ten en cuenta que, según los estudios, 100 carcajadas equivalen a entre 10 y 15 minutos de bicicleta estática. Como decía antes, si la gente conociera los beneficios de la risa, no estaría tan amargada. Es una cuestión de actitud. Necesito rodearme de personas simpáticas, como Joaquín Reyes o Raúl Cimas, con los que he llorado de risa.
Por cierto, se acaban de entregar los Oscar. ¿Tenías tus películas preferidas?
Pues este año he estado muy desconectada de los Oscar y de las películas nominadas. En otras ediciones lo había seguido con más ilusión. He visto algún resumen de la gala, algunas fotos de estrellas como Brad Pitt, y he notado este camino hacia la normalización, hacia lo que era antes la ceremonia de los Oscar, y las ceremonias de premios en general.
¿Eres muy cinéfila?
No soy una cinéfila de películas iraníes en versión original, pero sí que me encanta el cine comercial. Por ejemplo, “La vida de Brian” (1979), de los Monty Python. Y si en la tele ponen “Lo que el viento se llevó” (1939), me la vuelvo a tragar entera, con anuncios incluidos. Me acuerdo de que, la primera vez que la vi, le pregunté a mi madre qué era la Guerra de Secesión. ¿Otras pelis que me gustan? “Gangs of New York” (2002), de Scorsese, con Leonardo DiCaprio, Cameron Diaz y Daniel Day-Lewis. Me gusta el cine de Tarantino y también el de Roberto Benigni. Soy muy ecléctica. Un día veo una peli bélica, y otro, una de Disney. Soy fan de “Moulin Rouge” (2001) y de las comedias románticas. Hay un género por el que tengo debilidad, y es el de las catástrofes y los desastres, medioambientales y de todo tipo, como “Terremoto” (1974) o como “El coloso en llamas” (1974). De pequeña, mi padre siempre me decía que todo era mentira, que, detrás de esa escena tan impresionante que estaba viendo, estaban un director o unos actores que hacían unos personajes. Gracias a mis padres, comencé a conocer cómo funciona esto del cine. Con mi hijo veo películas como “¡Liberad a Willy!” (1993) y “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (1988).

¿Y series? ¿Alguna preferida, actual o clásica?
Ya convertida en un clásico, “The Office”. Y puedo ver “Juego de Tronos” una y otra vez. Me gustan las series en las que cada capítulo es como una película. Entre mis preferencias también están los documentales, de naturaleza o de asesinos en serie. Hay en mí una gran criminóloga, ja, ja. Me fascina el comportamiento humano y me sorprende la cantidad de gente mala que hay en el mundo. De lo que sí estoy completamente fuera es de los realities y de los programas del corazón. No me interesan. Prefiero conocer la historia de un cabrón como Jeffrey Epstein a través de un documental.
¿Cómo has llevado la popularidad o el no anonimato?
Lo comentaba antes, soy muy tímida, y, fuera del cine, el teatro o la tele, no me gusta que me miren. Soy prudente y tímida desde que nací, y así me moriré. Delante de las cámaras o en un escenario doy lo mejor de mí, pero, luego, necesito mi privacidad. Cuando, a los 19 años, comencé a ser conocida gracias a “El Informal” (Telecinco), mis padres ya me lo advirtieron: “Bonita, prepárate para lo peor de la fama”. Hasta entonces, yo solo era una chica de Valladolid que llevaba una vida muy tranquila de modelo y que quería hacer películas como “La Máscara” (1994). Ahora, cuando voy a un restaurante, me pongo de espaldas a la gente, para evitar que me hagan fotos mientras estoy comiendo. Estoy encantada con el anonimato que te dan las mascarillas.
