Te tiene tan tenso que cuando te das cuenta el episodio ha acabado. Y quieres más, claro. Todos los aficionados a las series conocen esta sensación, pero pocas series son capaces de generarla en prácticamente cada episodio, y todavía menos cuando se acumulan las temporadas y se alcanza cierta veteranía. Pero si algo tiene «Line of Duty» es precisamente que siempre ha sabido como coger al espectador desprevenido. Así que así estamos, con el primer episodio de la sexta temporada recién finalizado (se acaba de estrenar en Movistar+) y la sensación de que la serie policíaca de Jed Mercurio nos tiene tomada la medida: en lo que dura la primera entrega ha logrado engancharnos con un nuevo caso, presentar a un nuevo y enigmático personaje, interpretado por Kelly Macdonald, y marcarse un par de giros de los que no se ven venir ni con prismáticos. Así que no queda más que rendirse a la evidencia y confirmar que ninguna serie policíaca le gana a la británica cuando se trata de tener al espectador pegado a la pantalla, y que cuantos más episodios suma, más se crece, haciéndose fuerte en sus puntos fuertes. Tanto, que en esta ocasión no ha necesitado tirar de efectismo. Podríamos decir, de hecho, que han sido elegantes, casi sutiles para una serie como esta.

Los dos años de espera entre la nueva temporada y la anterior no sólo no han pasado factura a la serie, si no que parece que la han hecho más sabia. A «Line of Duty» le ha crecido la barba, como a Steve Arnott. Sabe tocar las teclas adecuadas y cuenta con la complicidad de una audiencia entregada y a la que responde dándole lo que le gusta: las frases lapidarias de Ted Hastings, el alma mater de la ficción, la adrenalina de una operación que tiene que ser ejecutada de forma milimétrica, e incluso una larga escena de interrogatorio, algo que no estaba tan claro que la serie pudiera mantener debido a las medidas de seguridad forzadas por la COVID-19, que hace que sea complejo filmar justamente escenas como esta, en espacios cerrados y pequeños. La actriz Vicky McClure explicaba hace unos días que la solución con la que habían dado era reconstruir el set de las oficinas en un estudio sin tejado, bien ventilado. Si esta solución ya era efectiva en las escenas que hemos visto en el primer episodio (el rodaje empezó antes de la pandemia) no se ha notado en absoluto. Ha sido una clásica escena de interrogatorio de «Line of Duty«, con tensión en cada pregunta y respuesta.

También ha sido clásico el punto de partida, muy parecido al «Line of Duty» de las primeras temporadas, en las que se introducía un personaje-enigma que era el foco de atención de los agentes protagonistas, y alejándose de los arranques más complejos de las últimas temporadas de la serie (y que derivaron también en soluciones más rocambolescas). Una situación muy específica, la decisión de parar un operativo para atender otra situación, lleva a personajes y espectadores a dudar de las intenciones del personaje interpretado por Kelly Macdonald. La actriz, conocida por series como “Boardwalk Empire” o, más recientemente, “Giri/Haji”, es la estrella de este año invitada en la serie, y mantiene bien el enigma con una interpretación opaca.

Al mismo tiempo, se ha continuado trabajando con acierto los protagonistas veteranos y sus relaciones. La idea que tiene Steve Arnott de cambiar de aires quizás empieza a marcar el principio del final de la serie. Si acaba siendo así, no será ni por un problema de audiencia (el primer episodio de la sexta temporada casi alcanzó los 10 millones de espectadores en la BBC) ni por un problema de calidad de la serie, pues «Line of Duty» sigue administrando tensión y testosterona con maestría.
