Allison y Mike son una pareja joven que andan buscando piso y están inmersos en la odisea de los alquileres con condiciones draconianas que habrá experimentado cualquiera a quien no le haya caído un piso del cielo (esto es: vía herencia familiar o generosa aportación económica de los progenitores). Pero entonces, el piso cae del cielo. Un piso no: una mansión. Allison y Mike lo celebran como si hubieran ganado la Champions League, por supuesto. Sólo hay un pequeño problema: fantasmas.

No hay para tanto, pensará el lector. Uno puede convivir con fantasmas. Al fin y al cabo no se les ve ni se les oye. Seguro que ha tenido compañeros de piso mucho peores. Pero esto es porque no es consciente de la cantidad de fantasmas que habitan esta mansión, que acumula muertos desde hace siglos. Los hay de todas las épocas, de manera que tenemos a un poeta romántico del s. XIX que falleció en un duelo compartiendo espacio con un capitán que combatió en la Segunda Guerra Mundial, un hombre de la edad de piedra, un noble que fue decapitado en la época de los Tudor, un político que fue protagonista de un escándalo sexual en los años 90, una mujer de la nobleza del s. XVII a la que quemaron acusada de brujería, etc. Todos con sus distintos puntos de vista y maneras de entender el mundo.

Así, no es extraño que la serie que protagonizan, “Fantasmas” (que se estrena en Movistar el 26 de febrero), parezca una especie de camarote de los hermanos Marx poblado por espíritus que se resisten a abandonar nuestro mundo. La mansión es su hogar y, aunque a menudo no se ponen de acuerdo, todos tienen claro que no van a dejar que Allison y Mike se queden en su mansión y todavía menos que la conviertan en un hotel, que es su plan. A partir de esta premisa, la serie construye situaciones disparatadas y muy divertidas. Cada nuevo intento de los fantasmas de expulsar a los vivos de su dominio acaba en situaciones hilarantes y los pobres espíritus derrotados. Es como una revisión de “El fantasma de Canterville” pasado por el filtro de la comedia británica más alocada. Lógico teniendo en cuenta que los creadores de la serie son los mismos que otras gamberradas recientes como “Yonderland” o “Horrible Histories”. Al estilo de otros grupos de cómicos británicos, además de escribir la serie, son también los encargados de protagonizarla, de manera que saben aprovechar las capacidades cómicas de cada miembro del reparto (algunos interpretan a varios personajes).

La serie explora también el pasado de cada fantasma. En cada episodio se desvela como murió uno de ellos, de manera que se entiende el motivo por el que se han quedado merodeando entre los vivos. La idea de los asuntos pendientes permite a la serie introducir una mínima profundidad dramática a los personajes, aunque nunca se elabora en exceso porque “Fantasmas” tiene claro que es una comedia y, a diferencia de otras, su objetivo es hacer reír a carcajadas, cosa que consigue a menudo. En cierto momento de la historia, a causa de un «accidente», Allison puede ver y comunicarse con los fantasmas, de manera que puede llegar a conocerlos más allá de los sustos que les dan (el hecho de que sólo les vea ella también sirve para crear más situaciones desmadradas). Conociendo a los fantasmas la serie puede adentrarse en lo que es la vida del fantasma: celebran el día que murieron como si fuera un cumpleaños, no les gusta la Navidad por los recuerdos que les trae, etc., al mismo tiempo que continúa la trama de Allison y Mike, que tienen verdaderas dificultades para poder convertir la mansión en un negocio. Mientras, le van cogiendo cariño a sus fantasmas, y nosotros también.
