El director Lluís Quílez (Barcelona, 1978), todo un referente en el mundo de los cortometrajes gracias a títulos como “El siguiente”, “Avatar” o “Graffiti”, firma su segundo largometraje, “Bajocero”, que Netflix estrena el 29 de enero. En la película, Javier Gutiérrez interpreta al conductor de un furgón de peligrosos presos que se enfrenta a una amenaza exterior. Un thriller lleno de acción, nieve y frío, pero también de sentimientos y humanidad.
Es algo que no se les suele preguntar a los directores, porque se da por hecho que su respuesta será afirmativa, pero, ¿estás satisfecho con “Bajocero”?
Pues sí. Tengo confianza en la película. Me representa bien como director. Es la que quería hacer y que tengo ganas de que la gente vea. Han sido años de trabajo hasta llegar aquí y creo que los espectadores disfrutarán. Estoy convencido de que conectará con ellos y les provocará sensaciones fuertes. Estoy ilusionado.
Al igual que tu cortometraje más popular, “Graffiti” (2015), “Bajocero” también es una historia de sentimientos, llena de amor y cariño. Aunque, al principio, no lo parezca.
El motor del guion es el amor de un padre por su hija, un padre interpretado por Karra Elejalde. Y lo que hago es mezclar esto con una película de misterio con muchas sorpresas. Tenía ganas de hacer un thriller con personajes fuertes, empezando por los de Javier Gutiérrez y de Karra, y no montar solo una montaña rusa de secuencias de acción.
Y ahí entran dos mundos: lo que pasa en el interior del furgón de presos, con Javier Gutiérrez encerrado con todos los delincuentes, y lo que ocurre fuera, en la fría noche.
Es el choque de dos conceptos: el personaje de Javier representa la seguridad y el orden que le da el interior del furgón, y Karra, desde fuera, simboliza lo salvaje, lo visceral, lo primitivo. La mitad de la película es claustrofóbica, y la otra está asociada a la naturaleza, al frío, la nieve y el agua, que le dan a “Bajocero” una gran personalidad visual. Y también se ha cuidado al máximo el apartado del sonido.

En este sentido, ¿admites algunos referentes temáticos y visuales en el film?
Sí, el cine ochentero de John Carpenter, por ejemplo. También me gusta mucho Alfred Hitchcock.
Volvamos al furgón, a este Javier Gutiérrez que está rodeado de lo peor de cada casa, por así decirlo. “Bajocero” habla de la necesidad de hablar para poder enfrentarse, juntos, a la amenaza.
Otra de las ideas interesantes de la trama es comprobar cómo unos hombres tan diferentes como son este vigilante y los presos se ven obligados a dialogar. Es lo que pasaba, por cierto, en “Asalto a la comisaría del distrito 13” (1976), de Carpenter. Javier Gutiérrez es un tío normal, poco heroico, que se encuentra en una situación excepcional que le supera. No está preparado.
La elección de Gutiérrez fue muy meditada. Efectivamente, no da el perfil de héroe.
Claro, yo no quería a un Mario Casas para este papel. Lo interesante era ver cómo se las arreglaba Javier con muchos enemigos dentro y con uno fuera. Cómo lidiaba con todo esto. En la película acaba apareciendo el compañerismo y se llegan a producir escenas muy emotivas. Y hasta al final no explicamos a los espectadores por qué este furgón ha sido asaltado, qué motivos hay detrás de todo ello y qué pretende Karra Elejalde.

Hablemos del reparto: al frente, Javier Gutiérrez y Karra Elejalde, el bueno y el malo. Pero, en los flancos y sumando fuerzas en una misma dirección, nada más y nada menos que Luis Callejo, Andrés Gertrúdix, Florin Opritescu, Patrick Criado, Édgar Vittorino, Isak Férriz, Miquel Gelabert…
Yo tenía claro que necesitaba a actores buenísimos que, además, se pudieran enfrentar a las durísimas condiciones del rodaje. No es lo mismo filmar de noche a cero grados que de día en una cafetería. Necesitaba a unos actores que fuesen unos ‘máquinas’ y que pudiesen crear la ilusión de que, efectivamente, estábamos en un entorno carcelario. Hasta el más puro secundario está escogido al milímetro, como Àlex Monner, que solo aparece en una escena. Patrick Criado es brutal. Isak Férriz hizo él mismo algunas escenas de acción. En el caso de Karra Elejalde, quería recuperar al Karra romántico de los thrillers de sus inicios, al de “La madre muerta” (1993) o “Los Sin Nombre” (1999). No buscaba al Karra reciente de comedias como “Ocho apellidos vascos” (2014). Se creó una química buenísima entre todos ellos. Además, algunos solo conocían la mitad de sus diálogos y jugamos mucho a la improvisación.
¿Dónde se rodó la película?
Los interiores, en un plató. Los exteriores, en la Sierra madrileña, cerca de Guadalajara. Pero no quería que se asociara la historia a ningún lugar en concreto.
Una película de acción rodada aquí… ¿Eres un director de retos?
Sí, la acción es cara y difícil de rodar. “Bajocero” nos trajo muchos retos. ¡Retos enormes! No le llegamos ni a la suela del zapato a una película de la saga “Fast & Furious”, pero sí que tenemos momentos de acción, suspense y misterio muy satisfactorios. Es complicado rodar una película de acción en una industria como esta, que ha acostumbrado al público a las comedias. Y a los espectadores les gustan estas comedias, o sea que es un ciclo que se retroalimenta, pero, poco a poco, nos vamos abriendo a la acción y al thriller. La verdad es que, en las películas que se me ocurren a mí, hay pocas risas. Tengo una tendencia natural hacia el misterio.

Una tendencia natural hacia el misterio y una vocación de contador de historias.
Siempre que explico a mis alumnos cómo soy como director, les cuento la historia de esos chamanes antiguos que explicaban relatos a su tribu alrededor del fuego. Ahora, los cineastas hacemos exactamente mismo que esos chamanes, pero con efectos especiales. En esencia, lo nuestro es igual a lo suyo de antes.
¿Y cómo vivió este chamán el confinamiento?
Pues como todo el mundo: haciendo pizzas. Siguiendo con el símil, ¡tengo tres pelis en el horno en diferentes estados de cocción! Y también he estado dando clases online.
Por cierto, al contrario de lo que mucha gente cree, “Bajocero” no es tu primer largometraje. Es verdad, en 2014 rodé “Out of the Dark”, una película de encargo con muchas cosas que me representan y muchas que no. No estoy de acuerdo con unas cuantas decisiones artísticas que se tomaron, pero aprendí muchísimo. Irte a Colombia a rodar te tiene que enseñar algo, por fuerza. Con “Bajocero” me he sacado la espina de “Out of the Dark”.
