No es la lucha por los derechos de los animales. Ni siquiera la grandeza de los tigres. Es el surrealismo. Es la locura que envuelve a cada uno de los personajes que aparecen en la docuserie lo que ha enganchado a millones de personas de todo el mundo a ver “Tiger King”, superando todos los récords de Netflix y de cualquier documental que se precie. Estrella del confinamiento, la ha visto más del 10% de la población de Estados Unidos, una cifra estratosférica que supera grandes series, como “Juego de Tronos” o “Stranger Things”. Y en España no nos hemos quedado cortos. Una trama con tintes de telenovela basada en hechos reales donde cada personaje que se nos presenta supera o es peor que el anterior. A cada cual más extravagante y con una adicción pegada al cuerpo: droga, alcohol, tigres, mujeres, hombres, dinero, fama, poder… Y por supuesto, con algo que ocultar, desde el tráfico de animales hasta un asesinato. Un circo de los horrores en el que, cuando parece que nada puede ser más loco, efectivamente, lo es.

«Tiger King»

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, empezando por el protagonista, en la cárcel desde hace dos años y condenado en enero a 22 años de prisión. Joe Exotic es el producto de un trauma: un chaval de Oklahoma que intenta suicidarse cuando su padre no acepta que es gay y que encuentra su salvación en los tigres. A ello se suma la muerte de su hermano en un accidente de coche. Lo que empieza como una terapia -tener un par de animales rayados en casa- se convierte en un zoológico con cientos de ellos enjaulados, privados de una libertad que el propio Joe reconoce en el montaje que no merecen.Paradójicamente, no hace más que aumentar su número y deshacerse de los que ya no sirven. Y a su costa, claro, se va llenando los bolsillos.

No es ésta su única obsesión. El “Rey Tigre” está entre rejas por una segunda razón. Supuestamente, llegó a contratar a alguien para asesinar a Carole Baskin, su principal enemiga: una mujer cuyo extremadamente rico exmarido desapareció en extrañas circunstancias. No, ella tampoco es agua clara. Defensora de los derechos de los animales, posee un santuario de tigres y persigue el cierre del zoo de Joe. Sus trajes atigrados y la decoración asalvajada de su mansión nos dicen que los tigres tampoco son un hobby para ella. De hecho, son, prácticamente, el motivo de su existencia. Pero cuidado: sus animales también están enjaulados. Ella los salva del maltrato, pero los vuelve a meter en una caja. Es más -y lo hemos sabido hace poco-, acaba de hacerse con el zoo de Joe.

«Tiger King»

Alrededor de estas dos extrañas figuras orbitan otras igual de raras e incluso, como si fuera posible, un poco más opacas. Un trabajador sin brazo -arrancado, precisamente, por un tigre-; otro sin piernas; un novio de Joe con más tatuajes que dientes por los efectos de la droga; otro amante que roza la minoría de edad e igual de enganchado a la droga; un mafioso que colecciona mujeres y que lleva cachorros de tigre en una maleta en cada uno de sus viajes; y un asesor de campaña que -increíble pero cierto- ayuda a Joe en su empeño por ser presidente de los Estados Unidos y luego gobernador, y que sale de la experiencia deseando no haber entrado. Personajes que parecen inventados, sacados de una mente delirante y con mucho tiempo libre, pero que, lamentablemente, existen, y que aún darán mucho que hablar.

Los creadores, Eric Goode y Rebecca Chaiklin, podrían estar preparando más capítulos de la docuserie y ya se ha anunciado que se hará una serie, protagonizada por Nicolas Cage. Está por ver también qué pasará con Joe: ¿saldrá en libertad o morirá en la cárcel? Si fuera por muchos de los personajes de la serie, puede pudrirse allí. Pero Joe no va a marcharse sin antes arrastrar a unos cuantos con él. En su declaración jura venganza y dice tener pruebas de que muchos de ellos mienten. ¿Estará diciendo la verdad? Por la cantidad de enemigos dispuestos a testificar en su contra, probablemente, nunca lo sabremos. De todas formas, ¿qué puede esperarse de alguien que dice ser cantante y hace discos con la voz de otros artistas? De momento, ya ha pedido ayuda a Donald Trump para que le saque de ahí. «¿Sabes por qué los animales mueren cuando les encierras? Porque su alma muere. La mía se está muriendo en esta cárcel», advierte. Curiosa frase de alguien que se ha lucrado del negocio de exhibir animales enjaulados durante 20 años.

Bárbara Padilla. Colaboradora en la sección de Series de ‘La Vanguardia’. Redactora y Locutora de Informativos en RAC1. Periodista desde 2007 en el área de Barcelona. Aficionada al cine desde que tiene uso de razón y a las series desde el boom de Netflix.