David Verdaguer rompe moldes con «Tabús», programa de televisión producido por El Terrat (The Mediapro Studio) que humaniza el prime-time de los miércoles de TV3. Se trata de un espacio de interés humano que ríe con personas de las que no habría que reírse, un formato valiente y arriesgado que nos hace salir de la zona de confort poniéndonos ante el espejo y haciéndonos entrar en contacto con colectivos que normalmente tienen que convivir con muchos tabúes (personas ciegas, con dolencias terminales, de diferentes etnias, en situación de pobreza…) y que hacen frente a situaciones duras, a veces al límite. El formato, belga, se ha adaptado también en Canadá, Australia y Suiza y ha sido nominado a los premios Emmy International en la categoría de Mejor «Non-Scripted Entertainment» (programa de entretenimiento).
Hemos tenido la oportunidad de hablar, telemáticamente, con este actor catalán adorado por el cine y excelente comunicador, con la competencia, eso sí, de la reina de la casa, su hija que lo zarandeaba reclamando atención. El actor, que siempre se lo pone fácil al entrevistador, nos da las claves de un programa revelador.
Confiesa: ¿te quedaste de una pieza con la propuesta de programa, cuando viste que el rey de la comedia tenía que cabalgar por el drama?
Me propusieron este programa y yo enseguida acepté porque creo que la comedia, el humor, es la mejor manera de dar visibilidad a todo el mundo y es la manera más seria de afrontar los problemas. El drama, como dices, cabalga de alguna manera en el programa, pero no creo que sea dramático, por lo menos mi parte. Yo escucho las vidas de los invitados y te tengo que decir que la gran mayoría, por no decirte que los treinta cuatro invitados, son gente bastante positiva que lo explican, no como un drama, sino como lo que les ha tocado vivir. Por lo tanto no, no me asustó mucho.
¿Cómo te enfrentas a situaciones tan duras como las que, de entrada, muestra el programa?
Pues escuchando, escuchándolos, tenía muy claro que este programa no tenía que ser un programa amarillo. Durante la grabación de «Tabús» me he emocionado un par o tres a veces, pero no lo he mostrado nunca a cámara, he preferido encerrarme en la habitación y llorar o hacer lo que hiciera falta. Por lo tanto me enfrento escuchando y flipando mandarinas con la positividad de la gente y con lo majas que son las personas.

¿Has llegado deprimido a casa después de la grabación o al revés, notas que te ha llenado, en vez de vaciarte, todo el que has vivido?
Me ha llenado, no me ha vaciado para nada. Yo que tiendo bastante a la cosa pesimista-vitalista, te diré que este programa me ha llenado mucho. He aprendido muchas cosas y no he llegado nunca a casa con depresión.
¿Crees que el humor lo cura todo?
Sí. Un «sí» afirmativo y en negrita. El humor salva vidas, prácticamente sin metáfora, y lo cura todo. El sentido del humor es la distancia más corta entre una persona y otra. Es la mejor manera de tratar a la gente…, pero ni como superhéroes ni como pobrecitos.
¿A todo se le puede dar la vuelta, no hay límites ni tabúes?
Hay, pero la idea es darles la vuelta y yo creo que el humor es la mejor vía para hacerlo. Y creo sinceramente que se puede hacer humor de todo. Se tiene que hacer humor de todo y si a alguien no le sienta bien la broma, a mí me sabe muy mal pero tiene que recordar que solo es una broma. Nos tenemos que preocupar de la gente que habla en serio. Además tengo la tranquilidad de que los treinta y cuatro invitados han disfrutado mucho del monólogo, se han reído, se lo han pasado muy bien y sé que ellos están contentos que es el importante.
¿Como preparáis los monólogos? ¿Dais marcha atrás en cosas que pueden herir susceptibilidades?
Los escribimos un grupo de guionistas bastante amplio entre los que me incluyo. Primero convivimos con ellos y después escribimos el monólogo, que no es tan vivencial como explicar cosas concretas de cada persona, aunque hay guiños, sino que es más un monólogo del tema en general, el tabú de la pobreza, de los diferentes colores de piel, de la obesidad… Y sí, claro que nos hemos autocensurado en alguna ocasión, pero creo que vamos fuertes muchas veces, como tiene que ser.
¿El programa te ha hecho pensar más en el aprovechamiento del tiempo que todos nos planteamos estos días?
¡Sin duda! Te hace replantearte muchas cosas y creo que esta es la virtud del programa, que plantea muchas cosas. Escuchando a la gente que tiene estas vidas tan interesantes se aprende un montón porque la empatía es la clave de casi todo.I

¿La televisión es el promedio entre el teatro y el cine que haces?
No, hacía mucho que no hacía televisión, desde el APM que no hacía no ficción, que no hacía de mí mismo, de presentador o de conductor de programa o como le quieras llamar. No, no es el promedio, hago poquita tele. Lo que pasa es que tal y como están las cosas quizás me tendré que plantear hacer más tele y más cine. El teatro…, ojalá lo abran pronto, pero la cosa está jodida.
¿Cuándo descubriste que tenías esta vena cómica y capacidad de arrastrar al público, y de que te rían todas las gracias?
(Ríe) ¡Hombre no, no me ríen todas las gracias, algunas bromas no entran! Pues desde pequeño, yo siempre me he relacionado muy bien con la gente. De muy pequeño me he relacionado siempre a través del humor, y siempre he hecho mucho el payaso y el burro. Supongo que todos llevamos máscara y ésta es la mía. No te diré que detrás del payaso hay una persona triste, pero vaya, que el humor siempre me ha servido para todo, desde relacionarme con amigos a conocer gente o incluso para ligar.
El programa te ha hecho pasar al otro lado. ¿Preguntar y escuchar te ha cambiado alguna perspectiva?
Es que yo pregunto y escucho mucho desde siempre. Me gusta mucha hablar, soy muy parlanchín y me gusta mucho escuchar. Voy a los bares y sabes aquello que dicen “te está dando la chapa»” y no es así, me interesa mucho lo que me dicen. Bueno, sí que a veces me «dan la chapa», pero en general me interesa mucho lo que me dice la gente. Me encanta escuchar.
¿Crees que tienes entre manos un programa que puede abrir los ojos de la generosidad a más de uno?
Sí, espero que sí, confío y espero que sea así, que abra los ojos a más de uno y que se den cuenta no solo de lo que dicen sino de cómo lo dicen. Yo creo que aquí está la clave, cómo lo explican, de qué manera tan bonita lo explican.I

¿»Tabús» es un cursillo de vida para el espectador?
No sé si será un cursillo de vida pero cuando el espectador ha entendido el tono es muy guay. Y creo que lo mezcla todo, empieza con un gag de humor muy heavy, muy bestia, de humor negro, y entonces los conoces a ellos y te ríes con ellos. La clave siempre en la vida es reír «con», no reír «de», y creo que esto se nota. Y decía uno de los invitados que igual de importante que el humor es el amor. Con esto quiero decir que si no nos quisiéramos un poquito, ellos a mí y yo a ellos, no creo que funcionara.
Si fueras médico, ¿recomendarías más risas y menos pastillas?
(Ríe) Evidentemente. De hecho de pequeño yo quería ser médico, pero me duró poco, solo hasta los nueve años. Pero sí, claro, más reír y menos pastillas.
¿Cómo vives estos días de confinamiento? ¿Sales a aplaudir a los sanitarios cada día?
Sí, estamos aquí en casa. No hace mucho que podemos salir con la pequeña. Tenemos un balcón muy pequeño (que ya me gustaría tener terraza…), y salimos al balcón. Y cada día, a las ocho, aplaudimos y mi hija grita «Viva la vida».
Salud, dinero y amor… ¿Mantenemos el orden o lo cambiamos?
(Ríe) Salud seguro lo primero. Dinero y amor… (Se lo piensa). Mmm, mantengamos el orden.
Por cierto, no serás aprensivo… ¡Por supuesto que lo soy! Soy muuuuy aprensivo y muuuuy hipocondríaco, soy un caso… ¡Siempre creo que tengo algo! Todos los que me quieren ya saben que cuando empiezo una obra de teatro creo que no tengo voz, que no podré hablar y me aclaro la garganta… ¡Es algo horrible! Que sí, que sí, soy un desastre y soy muy aprensivo y muy hipocondríaco. Es lo que hay. Podría ser peor, podría tener bursitis.
