Desde que Los Simpson aterrizaron en nuestras vidas, las series de animación dirigidas público adulto suelen ser comedias con un elevado componente satírico y con un mayor o menos grado de transgresión. Sin embargo, la técnica no debería predefinir el contenido. A través de la animación se puede contar todo tipo de historias y, de hecho, en los últimos tiempos estamos viendo como hay creadores que intentan hacer algo diferente. Si en los últimos 20 años hemos vivido la revolución de las series, quizás ahora ha llegado la revolución de las series de animación. ¿Qué ocurre si estas tienen personajes complejos, abordan temas serios y hacen reflexiones profundas sobre la existencia humana? Pues que la frontera que, en apariencia, las separan de las series con actores se desdibujan. Esta es la frontera que quiere destruir el guionista Raphael Bob-Waksberg, conocido sobre todo por ser el creador de BoJack Horseman, una serie de animación protagonizada por un caballo que es más psicológicamente más complejo que muchas protagonistas de series con actores. Una serie que es capaz de dedicar un episodio entero a un entierro y dejarte sollozando con un discurso tan profundo como doloroso. Un discurso, repito, que pronuncia un caballo animado.

Dando un paso más en esta dirección, ahora Raphael Bob-Waksberg ha estrenado junto a su colaboradora habitual Kate Purdy, la serie Undone, que se puede ver en Amazon. En ella han eliminado por completo la base de la comedia de animación gamberra (que sí que está presente en BoJack Horseman) y en su lugar presentan una historia de introspección psicológica que desmenuza a su protagonista, una joven llamada Alma que siente que su vida ha llegado a un estado de rutina insoportable y sufre de ansiedad y depresión. Un accidente de coche hará que Alma se quede con un pie en la realidad y otro pie en su propia conciencia. Este planteamiento encaja con la técnica de animación que usa la serie, la rotoscopia, que quizás os recuerde a películas como Waking Life o A Scanner Darkly (con las que Undone tiene en común al productor Tommy Pallotta). La técnica de la rotoscopia crea un efecto que hace que cueste distinguir entre la animación y los actores, de la misma manera que Alma está despegada de su propia existencia y le cuesta distinguir si lo que está viviendo es cierto o producto de su mente tras el trauma del accidente.

El motor de la historia se basa en la incógnita de saber si lo que ocurre es real o no, y en un misterio de asesinato, pero ambas cosas están al servicio de lo que realmente le interesa a la serie, que es la exploración psicológica de su protagonista. Por eso, y aunque Undone entre por los ojos, el corazón de la serie es lo que es realmente espectacular: la complejidad con la que retrata las dificultades de su protagonista, el realismo de los vínculos familiares, el discurso sobre los padres ausentes y sobre el dolor de la pérdida, las reflexiones sobre la idea que tenemos sobre la normalidad y la reivindicación de las raíces culturales de cada uno. Todos estos elementos van apareciendo, hilvanados cuidadosamente, en una historia que alterna una fantasía desbordante con la profundidad emocional y en la que se aprecia una conexión absoluta entre el reparto que hay detrás de los personajes (especialmente de Rosa Salazar) y los animadores que les han dado vida. La expresividad de los personajes, la poesía de las imágenes y el trabajo psicológico que han llevado a cabo los guionistas se unen en una serie que, si la televisión tuviera sentido común, estaría llamada a marcar un antes y un después para las series de animación. La frontera que las separa de las series «normales» ha quedado desdibujada.
